Mayo es el mes en que se conmemora la libertad de expresión como un pilar esencial dentro de la democracia. Organizaciones internacionales emiten reportes sobre la salud del clima de libertad de expresión en el mundo, entendida como el derecho que tiene todo individuo a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión, según establece el artículo 19 de la Convención Americana de Derechos Humanos.

Conforme avanzan las sociedades y con ella el mundo de la tecnología y de la comunicación, el ejercicio de la libertad de expresión sigue sorteando obstáculos, en especial para quienes ejercen la labor de la prensa y el periodismo, en su papel de fiscalización del poder público.

Las relaciones entre la prensa y el poder son complejas pues con la llegada de cada gobierno al poder, indistintamente de su ideología, éste siempre busca tener buena prensa. En el caso de Honduras, el clima de libertad de expresión no es el mejor desde hace un poco más de dos décadas: amenazas, intimidaciones, agresiones físicas y verbales, atentados, judicialización de casos, leyes criminalizadoras, condenas y asesinatos. Toda la cadena de riesgo se configura en el país.

Se suma a esta tendencia, las campañas de desinformación y de falsas noticias, que no son más que información engañosa y también falsa que apela a las emociones de las personas y produce efectos sobre sus comportamientos para generar odio y polarización en las sociedades, al igual que el descrédito como parte de las estrategias de regímenes autoritarios para socavar y minar las democracias y sus instituciones.

Uno de los actores hacia quienes ponen sus ojos las campañas de desinformación son las mujeres. También periodistas, medios de comunicación, sectores de oposición política, sociedad civil, activistas humanitarios y otros actores públicos que pudiesen resultar incómodos a los propósitos de quienes ostentan el poder. La desinformación tiene motivaciones políticas y económicas, sostienen los expertos.

Las mujeres, víctimas de la desinformación sufren el ciberacoso por medio de las redes sociales, el espacio público donde mejor se posicionan. Se hace también a través de grupos de chat, bots, call center, net center, troles y otros mecanismos desde donde se invaden los sitios para colocar los mensajes de ciberacoso y desinformación. Las mujeres periodistas no escapan de este ciberacoso, que se expande tan veloz como virales son las réplicas a esta información tendenciosa que, con el fin de dañar, se difunde desde el anonimato. El debate sobre la desinformación, la libertad de expresión y su impacto en las democracias ha sido instalado. Y en el caso de las mujeres, es considerado como un nuevo tipo de violencia que en algunas ocasiones ha tenido desenlaces fatales, en especial en las jóvenes. ¿Cómo combatirlas?: siendo cuidadosos en lo que se replica, pues no todo lo que sale en las redes sociales, es cierto, debemos corroborarlo.