La violencia en línea sigue su rumbo ascendente en las redes sociales destacando entre sus principales víctimas a las mujeres, entre ellas las mujeres periodistas y las que realizan algún tipo de activismo social desde sus espacios personales, cívicos, políticos, o dentro de las organizaciones que representan.

Honduras no es la excepción. La virulencia contra las mujeres en línea no tiene límites, ejércitos de trolls, call center o bots se hacen presente en las redes sociales para aniquilar a quien estiman ofende o cuestiona las políticas o narrativas oficiales. Los ataques van desde insultos, amenazas, intimidaciones hasta mensajes relacionados con su seguridad y la vida.

La desinformación también se suma a estos ataques sistemáticos con el propósito de descalificar, provocar daño, manipular la información, “eliminar” a quien estiman opositor o les “cae mal”. Los generadores de este tipo de desinformación se esconden mayormente en el anonimato, usando perfiles falsos y hasta plagiando fotografías de personas que no son del país de origen para ocultar su cobardía. En sus falsos perfiles colocan slogans pegajosos, pensamientos de importantes literatos, pero al adentrar en sus cuentas, lo que tienen es basura tóxica, reflejan mucho odio, rencor, frustración y cero producciones de pensamiento propio, son incapaces de plasmar sus ideas.

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Un reciente informe de la ONU-Mujeres y la Alianza Regional por la Libre Expresión y la Información, destaca con lujo de detalles como opera esta violencia en línea contra las mujeres con voz pública y su impacto en la libertad de expresión. Las mujeres periodistas están en el centro de esa dinámica de ataques.

Esa violencia en línea tiene un claro propósito: acallar las voces críticas, silenciar a las mujeres que tienen voz pública, silenciar a la prensa, apagar la voz de los periodistas y de las mujeres periodistas. En muchas ocasiones esta violencia traspasa lo virtual para volverse física, alerta el informe. “Las mujeres con voz pública, especialmente las periodistas y comunicadoras, defensoras de los derechos humanos, son el objetivo particular de una violencia de género en línea sistemática”, agrega.

En el mes del periodista que se celebra en mayo en el país y está por concluir, vale la pena reflexionar sobre éstas y otras formas de intimidación hacia el periodismo y el ejercicio de la libertad de expresión, al crecer en las redes y en el país la intolerancia al pensamiento.

Las mujeres periodistas lo están viviendo en Honduras, los ataques los dirigen los trolls, mientras los bots se aprestan a viralizarlos con el fin de causar un daño reputacional, se apoyan en las fake news o datos falsos y sus ataques son sistemáticos, no son hechos aislados. Hay una especie de “vigilancia” de los perfiles y el acoso se torna entonces masivo, lleno de odio y cargado de misoginia.

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Eso están viviendo en el mundo de las redes sociales, las mujeres periodistas hondureñas, también las otras: las que denuncian corrupción, injusticia y atropello hacia las féminas. Pero, el silencio no es opción.