Un nuevo año académico siempre genera preocupación, pues hay temor a lo nuevo e incertidumbre sobre lo que sucederá con las clases, los maestros y el ambiente de los compañeros.

El estrés académico es una reacción normal que se tiene frente a las diversas exigencias a las que se enfrentan los estudiantes en la universidad. Sobre todo por el retorno de la presencialidad luego del covid-19, aunado a pruebas, exámenes, trabajos, presentaciones, entre otros.

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“Esta reacción activa moviliza a los estudiantes para responder con eficacia y conseguir los objetivos establecidos desde el principio. Sin embargo, en ocasiones se pueden tener demasiadas exigencias al mismo tiempo, lo que puede agudizar la respuesta y disminuir el rendimiento académico, algo que ningún estudiante desea”, explicó a tunota la psicóloga Julissa López.

Suelen haber dos tipos de exigencias que al final se convierten en estresores académicos: internas y externas.

Las internas tienen que ver con la realización de cada persona, cuando se convierten en autoexigente extremo y hay altas expectativas de logros.

En todo esto se debe mantener el control integral. Por otro lado, la exigencia externa está vinculada con la que presenta el entorno, ya sea académico, familiar y social.

Esto incluye la entrega de trabajos académicos, rendir pruebas y exámenes en un tiempo corto.

Generalmente, lo anterior provoca un colapso mental si no se sobrelleva de forma correcta.

Otros factores

El estrés académico no solo es ocasionado por las exigencias en la universidad, sino también por hechos que acontecen en familia y en los grupos donde se desarrolla el estudiante, teniendo un impacto negativo en su rendimiento, explicó López.

Para la prevención de dicho estrés y para aprender a afrontarlo, es necesario identificar todas las situaciones que lo generan y en base a eso realizar actividades que ayuden en este proceso.

Es posible planificarlas mediante diversas técnicas de estudio.

También hay que alimentarse de manera saludable en horarios estables; practicar deporte o actividades recreativas, dedicar tiempo a pasatiempos y mantener ciclos de sueño.

Así se manifiesta el estrés académico

Manifestaciones físicas:

• Somnolencia: mayor necesidad de dormir.

• Cansancio y fatiga.

• Dolores de cabeza.

• Dolor de estómago y/o colon irritable.

• Bruxismo (tensión de mandíbulas).

• Dolor de espalda.

• Taquicardia o palpitaciones fuertes.

• Aumento o disminución del apetito.

• Resfríos frecuentes (baja en el sistema inmune).

• Dificultades para dormir (insomnio o pesadillas).

Manifestaciones psicológicas y emocionales:

• Inquietud e hiperactividad.

• Tristeza y/o desgano.

• Ansiedad constante.

• Dificultades para concentrarse.

• Dificultades para pensar (quedarse en blanco).

• Problemas de memoria, olvidos frecuentes.

• Irritabilidad frecuente.

• Temor a no poder cumplir con las obligaciones.

• Baja motivación para actividades académicas.

• Angustia y/o ganas de llorar frecuente.

Manifestaciones conductuales:

• Frecuente tendencia a discutir con los demás.

• Necesidad de estar solo, aislarse.

• Uso de fármacos para estar despierto (automedicados).

• Preferir otras actividades por sobre el estudio.

• Uso de fármacos para dormir (automedicados).

• Dificultad para sentarse a estudiar (“darle mucha vuelta al asunto”).

• Aumento del consumo de café y/o tabaco.

• Dejar de asistir a clases.

• Frecuente participación en hábitos poco saludables. Tendencia a dejar de hacer, por desgano o apatía, lo que se acostumbra.

Este es un artículo de la versión impresa de tunota. Lea más noticias relacionadas

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