Comer rápido es una práctica que se volvió común en la actualidad, sin embargo, puede acarrear múltiples consecuencias a la salud.

Una persona que hace esto aumenta el riesgo de padecer obesidad y diabetes; cuando se ingieren alimentos apresuradamente es más fácil consumir mucha más comida de la que el cuerpo necesita provocando una ingesta excesiva de calorías que desencadena un aumento de peso, según expertos.

"Comer rápido engordaría si uno come más de lo que necesita, porque podemos comer rápido nuestra porción, luego dejar de comer y no existiría tal problema. El tema es que cuando uno come rápido tiene el riesgo de comer más porque la señal del sistema digestivo al cerebro tarda 20 minutos", explicó a Infobae la licenciada en Nutrición, Agustina Murcho.

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"Si yo como en 10 minutos probablemente siga sintiendo hambre, entonces voy a comer más. Pero no es que hay algo que haga que el comer rápido engorde sino que tiene que ver con la cantidad de comida y desde cuando tengo el registro de saciedad, que es a partir de los 20 minutos", agregó.

Afecciones

De acuerdo a la investigación encabezada por Takayuki Yamaji en las Sesiones Científicas de la Asociación Americana del Corazón en 2017, una mayor velocidad al alimentarse se relacionó a un mayor aumento de peso, nivel de azúcar en la sangre, colesterol "malo" y una cintura más grande.

Consejos para evitar comer rápido:

  • No desayunar, almorzar o cenar frente a las pantallas
  • Dejar el tenedor entre cada bocado
  • No tener demasiada hambre
  • Beber agua durante las comidas
  • Masticar bien
  • Ingerir alimentos ricos en fibra
  • Tomar bocados pequeños
  • Alimentarse conscientemente.

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