Los problemas en el sistema digestivo son muchos y uno de ellos es la intolerancia a la lactosa, un malestar muy frecuente entre niños y adultos.
Este padecimiento se puede tratar con más efectividad si se detecta en etapa temprana para que el paciente lleve una vida placentera
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“La intolerancia a la lactosa es la incapacidad de digerir el azúcar lactosa por parte de nuestro intestino. La leche contiene grasas, proteínas y carbohidratos y el principal carbohidrato es la lactosa que para ser absorbida en nuestro cuerpo debe ser digerida por una enzima ubicada en el borde de nuestro intestino llamada lactasa. Esta lactasa (al perderla o no tenerla) produce síntomas muy incómodos”, explicó a tunota la gastroenteróloga pediatra, Alejandra Sabillón”.
Hay algunos síntomas que son notorios en los niños, tales como dolor abdominal, distensión abdominal, gases o flatulencias, diarreas, diarreas explosivas con hiperemia perianal o enrojecimiento del ano.
“Algunos casos pueden producir náuseas, en casos más extremos vómitos; sin embargo, el vómito es muy raro”, añadió.
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La doctora explicó que la intolerancia a la lactosa se divide en primaria y secundaria. La primaria es la que se reconoce como deficiencia congénita de lactasa, donde el niño no llegará nunca a desarrollarla y esa es una causa muy rara de diarrea intratable.
La segunda es una intolerancia en la cual el niño nace con niveles disminuidos de actividad de la enzima lactasa. La actividad está disminuida, entonces el niño no ha adquirido completa tolerancia, pero lo hará después.
Está también la que la mayoría de los adultos padece y es que, por la edad, se va perdiendo la capacidad de la lactasa de digerir la lactosa y surge la típica historia que de niños se toleraba todo y ahora de adultos no, indicó Sabillón.
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