Según la doctora especialista en Nutrición, Mónica Katz, directora de la diplomatura de Obesidad en la Universidad Favaloro, el consumo de harina refinada diario produce en el cuerpo humano una variedad de efectos que atentan contra la salud.

Existen tres problemas principales asociados con el consumo de harina refinada, según Katz:

  • Eleva los niveles de azúcar en sangre e insulina, lo que provoca disfunción metabólica.
  • Tiene un bajo contenido de nutrientes y puede contener aditivos nocivos.
  • Desplaza de la dieta a alimentos más saludables.

Ante ello, Katz manifestó que "las harinas son un alimento ancestral, bíblico", sin embargo, una parte significativa de la ingesta de carbohidratos en la población proviene de harinas refinadas en forma de galletas, pasteles, cereales, pan y pasta.

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La harina refinada, una vez exaltada por su supuesta ''pureza'', ha sido cuestionada en las últimas décadas debido a que el proceso de refinamiento elimina gran parte de sus nutrientes, dejándola menos saludable.

En búsqueda de una alimentación más saludable y equilibrada, cada vez más personas han optado en tiempos recientes por reducir o eliminar las harinas de su dieta.

Este grupo de alimentos ha sido estigmatizado tanto por su impacto en el peso corporal como por la creciente evidencia que sugiere posibles efectos perjudiciales para la salud. Sin embargo, es importante distinguir entre las diferentes variedades de harinas, ya que no todas tienen el mismo impacto en nuestro bienestar.

¿Por qué la harina inflama?

Según la licenciada en Nutrición Ana Chezzi el trigo ha sido significativamente modificado en los últimos años, lo que puede contribuir a la inflamación.

El gluten, añadido al trigo para aumentar su contenido de proteínas, puede causar inflamación intestinal, especialmente en personas sensibles o intolerantes.

Además, los pesticidas y otros productos químicos utilizados en la agricultura pueden contribuir a la inflamación asociada con el consumo de harinas refinadas.

Muchas personas, más allá de la celiaquía, experimentan sensibilidad al gluten o intolerancia, lo que puede provocar síntomas gastrointestinales como hinchazón, diarrea y malestar.

Aumento de peso

 La calidad de las harinas juega un papel importante en su impacto en el peso corporal. Aunque los cereales integrales son una opción más saludable, el exceso de cualquier tipo de harina puede contribuir al aumento de peso, especialmente cuando se consumen en forma de productos horneados ricos en grasas y azúcares.

La Dra. Katz enfatiza que el miedo a las harinas no está justificado y que el problema radica en el exceso y la mala calidad de las mismas.

No obstante, eliminar completamente las harinas de la dieta no es recomendable, ya que los carbohidratos son una fuente importante de energía para el cuerpo.

En lugar de eso, se sugiere restringir el consumo de harinas refinadas y optar por opciones integrales, que conservan la fibra, vitaminas y minerales.

Alternativas

Se pueden sustituir las harinas blancas refinadas por opciones integrales o harinas de legumbres o frutos secos, como la harina de quinoa, la harina de almendras, la harina de trigo sarraceno y la harina de arroz. Estas alternativas son más nutritivas y pueden contribuir a una dieta más equilibrada y saludable.

En resumen, si bien es importante ser consciente del impacto de las harinas en nuestra salud, eliminarlas por completo de nuestra dieta no es necesario ni recomendable.

Lo fundamental es optar por opciones más saludables y moderar su consumo para mantener un equilibrio en nuestra alimentación.

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