De la invasión de Napoleón Bonaparte en España a la rebelión de los criollos, de la Conjuración de Belén a los mártires del alzamiento de San Salvador, de los que soñaron despiertos con la libertad a los que murieron ansiándola.
Así podría resumirse la independencia de Honduras, próxima a conmemorar su Bicentenario, un acontecimiento que, según historiadores consultados por tunota.com, fue tan solo el primer paso hacia la consolidación de un Estado-Nación.
"No fue una independencia total (...) De hecho, la consagración de Honduras como un Estado se prolongó hasta mediados del siglo XX, por lo que la liberación de 1821 fue solo el primer paso", indicó a tunota.com la historiadora Yesenia Martínez, profesora e investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
A pesar de ello, es imposible cuestionar que ese primer escalón en la consecución de la libertad y la emancipación escribió un capítulo importante en la historia: un antes y un después.
Acta de Independencia
Tras cerca de tres siglos de periodo colonial, finalmente el sábado 15 de septiembre de 1821, en el Palacio Nacional de la Capitanía General de Guatemala (en lo que hoy es Antigua Guatemala), se convocó a la suscripción del Acta de Independencia.
Liderados por Gabino Gaínza, presidente de la Provincia de Guatemala, 12 personas se encargaron de firmar el documento redactado por el pensador hondureño y auditor de guerra, José Cecilio del Valle, mismo que liberó a las provincias centroamericanas del dominio de una debilitada Corona.
En ese momento, los territorios que conformaron estas provincias eran Chiapas (hoy un estado sur de México), Guatemala, San Salvador (hoy El Salvador), Comayagua (hoy Honduras), Nicaragua y Costa Rica.
Los firmantes del Acta de Independencia de Centroamérica:
- Gabino Gaínza (presidente)
- José Matías Delgado (diputado provincial)
- Antonio de Rivera (diputado provincial)
- Mariano Beltranena y Llano (diputado provincial)
- Manuel Antonio de Molina (vocal)
- José Mariano Calderón (vocal)
- Mariano de Larrave (regidor)
- Isidoro de Valle y Castriciones (regidor)
- José Antonio de Larrave (regidor)
- Mariano de Aycinena y Piñol (síndico)
- Pedro de Arroyave (síndico)
- José Domingo Diéguez (secretario)
- Lorenzo de Romaña (secretario)
"Yo tuve el honor de haber escrito el acta memorable, la primera de nuestra independencia y libertad, recibida con entusiasmo por los pueblos de esta nación y reimpresa con elogio en otras", dijo Del Valle en aquella ocasión.
Las ideas libertarias europeas del siglo XVIII, la Revolución Francesa y la independencia de los Estados Unidos fueron, entre otros, los detonantes que impulsaron aquel sábado de libertad y emancipación.
Por tal motivo, la independencia de Honduras es un acontecimiento que debe de ser comprendido como un proceso derivado de antecedentes y circunstancias, al igual que de factores externos e internos.
La caída de Fernando VII y la Constitución de Cádiz
Para 1821, el año de la independencia, la monarquía española había perdido gran parte de su poder e influencia sobre el territorio americano.
Por ejemplo, en 1808 las tropas de Napoleón Bonaparte irrumpieron en España, en un asalto que significó el derrocamiento del rey Fernando VII y el ascenso al poder de José Bonaparte, el hermano de Napoleón.
Ante ello, se crearon en España las cortes y en América las juntas, que tenían por objetivo proteger los intereses del destronado rey en los territorios coloniales.
No obstante, algunos criollos que integraron esta segunda institución se rebelaron e iniciaron los procesos de independencia en el continente.
"El rey era la máxima autoridad tanto en la península como en las colonias (...) Por ello, cuando fue destituido (Fernando VII), en América quedó no solamente un vacío de poder sino también de representación política", explicó a tunota.com el doctor Jorge Amaya, historiador y doctor en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
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Reflejado en las Cortes de Cádiz y en la Constitución española de 1812, este suceso representó, sin espacio a duda, un debilitamiento temporal para la Corona.
La nueva carta magna, que incluía planes de gobiernos democráticos en las colonias, sería suficiente motivo para incentivar a los criollos a soñar con una independencia real.
"Se estableció una monarquía constitucional y bajo ella se indicó que la soberanía no debía residir en la cabeza del rey, sino que en la voluntad ciudadana", expuso Amaya.
Primeros movimientos independentistas
Así, en Centroamérica y en el resto del continente se comenzaron a impulsar movimientos proindependencia.
En México, por ejemplo, se gestó el movimiento independentista conducido por Agustín de Iturbide, un proceso que años después tendría un resultado exitoso: la independencia de Nueva España y la creación del Imperio de México.
Centroamérica también tuvo intentos libertarios. En 1811, en San Salvador, El Salvador, se dio lo que se considera el Primer Grito de Independencia, un infructífero alzamiento liderado por José Matías Delgado y Manuel José de Arce.
De igual modo, en Guatemala se dieron conspiraciones directas contra la Capitanía General en 1813.
La intención de hombres y mujeres que se reunían en el Convento de Belén era expulsar al clan Aycinena (nombre dado en honor a su fundador Juan Fermín de Aycinena e Irigoyen), un grupo de criollos acomodados que se oponían a cualquier idea o intento independentista.
Capturas a implicados
Tras la Conjuración de Belén, como se le llamó a ese movimiento, las autoridades españolas libraron órdenes de captura y condenas contra todos los implicados. Algunos de ellos fueron condenados a pena de muerte por garrote y otros a pena de horca.
Al año siguiente, en El Salvador, De Arce volvió a encabezar otro alzamiento, en esa ocasión junto a Pedro Pablo Castillo. Tampoco tuvo éxito y, de hecho, la mayor parte de sus líderes fueron arrestados por las autoridades españolas. Incluso, el médico Santiago José Celis, uno de las cabezas del movimiento, fue fusilado.
La Rebelión de Riego y el Plan de Iguala: el camino a la independencia
Durante 1814, Fernando VII regresó a la Corona y la Constitución de 1812 quedó abolida en su apenas segundo año de vigencia. En consecuencia, entre los criollos se produjo un retroceso en las luchas independentistas.
Luego de ese receso, en 1820 se suscitó en España una revolución liderada por el teniente Rafael del Riego, mejor conocida como la Rebelión de Riego y cuyo objetivo era erradicar el absolutismo de Fernando VII.
Además, con dicha rebelión, se le devolvió a la Constitución de 1812 su legitimidad, constituyéndose además el primer régimen liberal en la historia de ese país.
Los criollos esperaba noticias libertarias
En América la noticia fue de total agrado para los criollos proindependentistas. Era, en ese sentido, su más grande oportunidad para liberarse y emanciparse del arrastrado dominio de la Corona.
"Los criollos perdían poder político y económico (...) Por lo tanto, declarando la independencia, quedarían como la única élite en América. Por eso se rebelaron contra Fernando VII", explanó Amaya.
Así, en 1820, el último capitán general de Guatemala, Carlos de Urrutia, hizo que esa región adoptara la Constitución de 1812 y convocó a las elecciones que escogerían los ayuntamientos y las diputaciones provinciales.
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No obstante, el 5 de marzo de 1821, Gabino Gaínza sustituyó a De Urrutia y ascendió al poder como primer jefe político de la Provincia de Guatemala. Aún así, se conservaron los intereses proindependentistas.
Cabe mencionar que, en ese entonces, había en la recién creada Provincia de Comayagua una total predisposición a aceptar lo que ocurriera en el congreso que se había convocado para el 15 de septiembre de 1821 en Guatemala.
Dicha provincia no dependía de la Capitanía General de Guatemala para 1821. Un año atrás, en 1820, con el restablecimiento de la Constitución de 1812, la monarquía española había determinado disolver la antigua intendencia de Comayagua y separarla de la jurisdicción de Guatemala.
En tanto, su presidente José Gregorio Tinoco de Contreras, un criollo afín a los intereses proindependentistas, aceptó, sin condición alguna, cualquier determinación en torno a la suscripción del Acta de Independencia.
Pugna ideológica
Previo a su redacción, el acta se vio envuelta por una pugna ideológica entre los que defendían la causa de la libertad y de la independencia y los conservadores que aún recibían beneficios de la Corona.
Otros, detalló Amaya, como José Cecilio del Valle consideraban que la independencia debía ser un proceso gradual y no inmediato.
"El sabio Valle hacía referencia a que no podía constituirse un régimen liberal en Centroamérica cuando la mayor parte de la ciudadanía era iletrada", comentó.
Aún con la confrontación y la lucha de intereses, la diputación de la Provincia de Guatemala convocó el 15 de septiembre de 1821 a la firma del documento de independencia.
De esa forma, en el edificio principal de la Capitanía General de Guatemala se reunieron en un congreso representantes de la audiencia (entre ellos Gaínza y Del Valle) de la diputación provincial de Guatemala, del ayuntamiento de la Nueva Guatemala de la Asunción y de la Iglesia.
También hizo acto de presencia la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), el consulado de comercio, los colegios notariales y el cuerpo militar.
Finalmente, el acta se firmó y se puso, de esa forma, punto final a cerca de 300 años de época colonial.
La independencia no fue violenta; los años posteriores sí
En febrero de 1821, Agustín de Iturbide había proclamado el Plan de Iguala en México, con el que se selló la independencia de los territorios que habían pertenecido hasta 1821 al Virreinato de Nueva España.
"Iturbide pretendía crear un estado independiente de España pero que, de alguna forma, preservara la tradición política de una monarquía constitucional. Por ende, México se convirtió en un imperio del cual Centroamérica formó parte después", mencionó Amaya.
Para entonces, en el territorio mexicano se libraba una guerra independentista que se había extendido durante 11 años, desde el 16 de septiembre de 1810, cuando Miguel Hidalgo presidió el Grito de Dolores.
Por el contrario, en Centroamérica el proceso independentista no tuvo un conflicto bélico organizado.
"El Plan de Iguala y la influencia política propició que la independencia de Centroamérica fuera pacífica", añadió.
Sin embargo, durante la República Federal de Centroamérica (1824-1839) hubo guerras civiles, como la que enfrentó al ala protectora de la Constitución Federal de 1824, presidida por Francisco Morazán, contra el ala conservadora de Manuel José de Arce, quien tras disolver el Congreso y el Senado fue considerado un traidor de los liberales.
La renuncia a la anexión al Imperio de México: ¿la verdadera independencia?
La anexión al Imperio de México, enmarcada dentro del Plan de Iguala y materializada en enero de 1822, se produjo ante la orfandad derivada de la liberación de la Corona.
En este sentido, las provincias e intendencias de Centroamérica que habían compuesto la Capitanía General de Guatemala no estaban completamente preparadas para garantizar la sostenibilidad de un sistema político propio.
"Había debilidad para estructurar un gobierno (...) Se evidenció la ausencia de un poder centralizado que dirigiera los nuevos destinos de las provincias tras la independencia", valoró Martínez.
Anexión al Imperio Mexicano
Ante esa flaqueza institucional, el emperador mexicano De Iturbide vio en las provincias de Centroamérica una oportunidad para ampliar la extensión geográfica del Imperio de México.
"El Plan de Iguala no solo fue premeditado, sino que también fue una oportunidad geoestratégica, política y económica", prosiguió.
Finalmente, el 6 de enero de 1822 las provincias centroamericanos se adhirieron al imperio mexicano.
De 170 ayuntamientos existentes, 104 aceptaron la anexión, 11 impusieron condiciones, 32 se opusieron y otros 21 se sometieron a la decisión del efímero Congreso establecido el 15 de septiembre de 1821.
No obstante, de acuerdo con la reseña de Martínez, la anexión se vio marcada por diferencias fiscales y políticas que denotaron insatisfacción en El Salvador, Honduras y Guatemala y que propiciaron guerras civiles en Nicaragua y Costa Rica.
"Aquí hubo conflictos entre la alcaldía mayor de Tegucigalpa y la gobernación política de Comayagua", recordó.
Las provincias se dividen
En noviembre de 1822, De Iturbide subdividió a Centroamérica en tres provincias. La primera era Chiapas, que abarcaba territorios de lo que hoy es Guatemala. La segunda, Costa Rica, se extendía desde Costa Rica a Honduras. Mientras que la tercera, Sacatepéquez, incluía el resto del territorio.
Esto, aunado a las preexistentes divisiones internas a nivel de provincias, "fue el elemento más detonantes en la desintegración de la anexión al Imperio de México", indicó.
El 1 de julio de 1823, las provincias centroamericanas se independizaron del Imperio de México. La única provincia que conservó la anexión fue Chiapas (hoy estado de Chiapas).
Amaya, por su parte, concluyó que "la anexión al imperio mexicano no le dejó ningún beneficio a Centroamérica".
Nuevo Estado
Para Martínez, la desanexión del Imperio de México fue un paso importante hacia una independencia y una emancipación más realista.
Tras la creación de la República Federal de Centroamérica, Honduras tuvo su primer sistema político. Así, se implementó el concepto de Estado-Nación tras la Constitución de 1825.
"Al consolidarse Honduras como estado federal, se sentaron las bases para la consolidación de una estructura de Estado como la actual", finalizó.
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