Honduras tiene un déficit de abastecimiento estimado en 300 millones de litros diarios de agua, los pozos casi han agotado su reserva y los embalses tienen una lectura que nada más cubre la mitad de la demanda.

Figura entre los países con más graves problemas por la escasez del vital líquido, en relación con sus vecinos del área donde es observado con alarma el reducido potencial para la prestación del servicio.

Guatemala tiene una capacidad de producción de 97,000 millones de metros cúbicos al año, pero -debido a la falta de manejo- sólo puede ser aprovechado en un 25 por ciento.

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Varias zonas de aquel país empiezan a quedarse sin agua, al tiempo que las autoridades locales han planteado como salida emergente la perforación de pozos más profundos y la habilitación de embalses y reservorios.

Los expertos dicen que es necesaria la elaboración de un plan y de una política sobre la gestión del agua y del cambio climático, aunque la preocupación aumenta por el acelerado y desordenado crecimiento de las urbes.

En El Salvador, la crisis está reflejada en el acceso restringido al agua en varios niveles, un fenómeno que afecta a una cuarta parte de la población que es de 6.5 millones.

Se considera que el cambio climático, ligado con una crítica gestión del agua, tiene efectos peligrosos en un país como El Salvador, con uno de los más altos porcentajes de presión hídrica del área.

Según la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), casi una cuarta parte de la población de las áreas rurales no tienen acceso al agua corriente

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Es similar la situación en Nicaragua, donde las intensas sequías y los problemas en varios sistemas de acueductos y alcantarillados mantienen sin servicio a entre 70,000 y 80,000 familias.

Además de no contar con el suministro de agua para consumo humano, los habitantes de las zonas más afectadas de Nicaragua también enfrentan un deterioro de la seguridad alimentaria por los erráticos regímenes de lluvia.

Actualmente, Nicaragua reporta pérdidas de agua potable que superan el 58 por ciento y, en su mayoría, responden a la falta de mantenimiento de la red de distribución.

En Costa Rica, la falta de agua en algunas comunidades se debe, en parte, a que el 50 por ciento del recurso existente se desperdicia, lo que dificulta la distribución en época de sequía.

Desde hace un par de años, en la propia capital josefina los barrios y colonias sufren un riguroso racionamiento impuesto para efectos de controlar la entrega del servicio.

Los pronósticos aterradores acerca de la extinción del agua se están cumpliendo. Queda llevar a efecto una intervención conjunta, planificada y estratégica para obtener un mejor aprovechamiento del recurso y menguar los efectos de los prolongados períodos de sequía, en contraste con las cortas temporadas de lluvia.

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