Más de 10 años han pasado desde que un terrorifico incendio acabó con la vida de 360 personas en la cárcel de Comayagua, en Honduras, hecho por el cual hasta este 24 de mayo de 2022 se obtuvo una sentencia en contra de los responsables de la tragedia.

La justicia de Honduras declaró culpables, en la repetición del juicio, a cuatro exfuncionarios penitenciarios por la muerte de 360 personas, informó el Ministerio Público, quien solicitó una pena mínima de 1,800 años de prisión para dos de los responsables.

El exdirector de la cárcel, Wilmer Obdulio López, y el encargado de las llaves de la penitenciaria, José Víctor Mejía, fueron condenados en la repetición del juicio ordenado por el Poder Judicial.

Por su parte, el encargado de la seguridad, Rito Yánez Lico, y el comandante de guardia, Santos Soriano López, fueron sentenciados en el nuevo juicio por violación de los deberes de los funcionarios, ya que eran responsables de la protección de los presos.

Los cuatro acusados habían sido absueltos de responsabilidad penal en el primer juicio, celebrado en 2013, por lo que la Fiscalía Especial de Derechos Humanos de Honduras presentó un recurso de casación contra el fallo. La resolución fue, entonces, revocada por la Sala Penal de la Corte Suprema de justicia (CSJ) que ordenó la repetición del proceso judicial.

Los cuerpos de las victimas fueron embolsados sin poder ser identificados por sus familiares. (Foto: AFP)

¿Qué pasó la noche del 14 de febrero?

El reloj daba las 10:55 de la noche del 14 de febrero de 2014, fecha en la que se celebra el Día del Amor y la Amistad.

El fuego comenzó en la bartolina 6 del centro penal, sin dar tregua a los presos que ya se encontraban descansando.

Las investigaciones de las autoridades hondureñas apuntaron a que el siniestro se produjo por supuestas riñas entre reos que provocaron incendios en colchones, desencadenando un evento mayor.

El incesante fuego no permitió a los reos salir de las celdas 6, 7, 8, 9 y 10, pues la mayoría quedaron atrapados producto del fuego; otros fallecieron por asfixia.

Para muchos de los reos sus paredes se convirtieron en una "jaula de fuego" sin vía de escape. Al fuego, se unió la falta de ayuda urgente.

Las llamas se propagaron sin control durante horas. Los presos no pudieron salir de sus propias celdas, ya que nadie conseguía encontrar al guarda que tenía las llaves adecuadas.

Las celdas no se podían abrir y los presos se quemaban dentro, mientras el incendio se extendía sin freno.

Investigación

La Agencia de Bebidas Alcohólicas, Tabaco y Armas de Fuego (ATF, en inglés) de Estados Unidos encontró que la causa del fuego pudo haber sido una "llama abierta", aunque la fuente real de la ignición nunca fue encontrada.

También señaló que el fuego se habría iniciado en la zona superior de dos literas a lo largo del área occidental del módulo 6 de la cárcel, lo cual encendió los materiales inflamables cercanos.

La ATF también descartó un cortocircuito o el uso de gasolina en el siniestro, como extraoficialmente habían informado algunos medios locales, citando como fuentes a presuntos reos fugados.

Al momento del siniestro, la cárcel contaba con 852 internos, muy por encima de su capacidad, de 352. Las llamas también alcanzaron a una mujer que se encontraba en el lugar visitando a su marido.

Otros siete reos murieron en el Hospital Escuela de Tegucigalpa, capital hondureña, debido a la gravedad de las lesiones que sufrieron durante el incendio.

Familiares de las victimas mientras esperaban noticias de los reos a las afueras de la cárcel de Comayagua. (Foto: EFE)

Una noche para el olvido

Antes del amanecer del 15 de febrero, familiares de los presos ya estaban reunidos frente a las puertas de la cárcel de Comayagua exigiendo saber si sus seres queridos estaban entre los supervivientes.

Fuera de los muros de concreto, los familiares de las víctimas levantaron improvisados campamentos, esperando recibir el cuerpo de sus seres queridos, los cuales algunos nunca fueron entregados.

Algunos familiares ingresaron por la fuerza a la morgue de Tegucigalpa el 20 de febrero y lograron abrir seis bolsas de plástico que contenían los cadáveres.

Hasta ese momento, pasados seis días de la tragedia, médicos forenses de Honduras, Chile, El Salvador, México y Perú habían entregado alrededor de 16 cuerpos para ser sepultados.

Este fue el tercer incendio mortal en una cárcel de Honduras durante los últimos años. En 2003, 61 presos murieron en un incendio en la prisión de La Ceiba, Atlántida.

En 2004, la cifra de muertos fue de 107 en un incendio en una cárcel de San Pedro Sula, Cortés, al norte del país centroamericano.

El Departamento de Estado de Estados Unidos publicó un informe en abril de ese año, que pintó un panorama condenatorio de las condiciones en 24 prisiones de Honduras.

Los reos "sufrían de desnutrición severa, sobrepoblación, y la falta de saneamiento adecuado", según el reporte.

La mayoría de la treintena de cárceles que integran el sistema penitenciario de Honduras funcionan en edificios obsoletos, algunos con más de un siglo, y en total hacinamiento, pues albergan unos 22 mil reclusos, cuando su capacidad máxima es de 8 mil; menos de la mitad de los presos han sido condenados.

Vea además: MP pide 1,800 años de cárcel para exdirector de cárcel de Comayagua por muerte de 360 reos