Juan Orlando Hernández frunció el ceño permanentemente mientras hablaba por teléfono con uno de sus abogados. Su mirada, por momentos, se perdía en una pequeña ventana de un cuarto en la prisión federal de Nueva York en la que está recluido y a la que fue llevado para asistir por videoconferencia a la lectura de cargos en su contra por narcotráfico y posesión de armas.
Frente al expresidente de 53 años, que parecía molesto, había una pantalla en la que apareció el juez Stewart D. Aaron, de la Corte del Distrito Sur de Nueva York, para comunicarle los hechos que se le imputan por parte de la Fiscalía.
Hernández, quien gobernó Honduras de 2014 a 2022, vestía una camiseta blanca de cuello y una chaqueta azul, la misma chaqueta con la que fue extraditado desde Tegucigalpa, Honduras, el jueves.
Tomó un sorbo de refresco de soda, asintió ante el juez en la pantalla y sacudió la cabeza cuando este le leyó los cargos.
"Un gran jurado emitió una acusación en su contra por importación de cocaína, posesión de ametralladoras y conspiración. Desde 2004 hasta 2022 presuntamente participó en una organización narcotraficante y recibió millones de dólares", dijo el juez, quien en un momento le pidió "guardar silencio".
Su mirada se perdió por aquella ventana durante gran parte de la audiencia, que duró solamente 12 minutos y que se hizo en circuito cerrado por restricciones del covid-19, mientras entrecerraba los ojos como si tratara de ver algo más allá de las paredes.
El juez Aaron fijó para el próximo 10 de mayo la audiencia donde se dará lectura a los cargos que se le imputan al expresidente Juan Orlando Hernández.
Después del procedimiento, Hernández quedó bajo la custodia de la Agencia de Control de Drogas (DEA, en inglés) hasta que se lleve a cabo la próxima audiencia.