En su mayoría, los burócratas de alto, medio y bajo rango se han encarnado en el papel de activistas políticos obcecados y de “misioneros de la refundación del país”.

Un tan solo día sin electricidad supone para la economía nacional entre diez y veinte millones de lempiras perdidos. El sector privado calcula que la energía reportada como no suministrada o no recibida, le hace perder anualmente a las empresas y comercios unos 8 mil millones de lempiras.

La burocracia alimentada por el sectarismo es uno de los males crónicos de Honduras.

Los hondureños debemos tomar los modelos de los países que han alcanzado los más altos niveles de desarrollo.

Cerca de 100 mil empleos se perderían solo en la zona sur del país. El sector turístico proyecta la extinción de no menos de cinco mil fuentes de trabajo.

Un derecho elemental e irrenunciable es el acceso a los servicios de salud garantizados, equitativos, de dignidad y de calidad.

Dos millones y medio de hondureños están subempleados, casi medio millón se encuentran desalentados y otros 350,000 están desocupados o sin trabajo.

Las tomas que realizan de manera sistemática grupos de activistas políticos en los centros de salud y en los hospitales ponen en riesgo al 60 por ciento de la población que demanda los servicios del sector público.

No nos cansemos de hacer el bien, trabajar por la convivencia armónica entre los hondureños y buscar la justicia.

La concentración del poder en la administración pasada era una de las principales sentencias condenatorias del Partido Libertad y Refundación.

En el 2022, la Inversión Extranjera Directa en Costa Rica superó los 3 mil 500 millones de dólares, mientras Honduras apenas captó 758 millones de dólares, según los mismos datos oficiales.

No se ha encontrado una vía de solución; antes bien, se han agudizado los ataques entre grupos contrapuestos de servidores en el interior del Ministerio Público.