Rosario Murillo, actual vicepresidenta de Nicaragua, de modo exprés pasó a ostentar un nuevo cargo que le designó su esposo y mandatario nicaragüense, Daniel Ortega, la noche del lunes (25.10.2021).  

Ortega la declaró públicamente -a Rosario Murillo- en cadena nacional televisiva y radial como “copresidenta” del país. No obstante, analistas políticos de esa nación coinciden en recalcar que dicho nombramiento no tiene ningún asidero legal.

Aquí tenemos dos presidentes, porque respetamos el principio de 50-50. O sea, aquí tenemos una copresidencia con la compañera Rosario. Todos los días se está comunicando sobre lo que se está haciendo en beneficio de las familias nicaragüenses”, dijo el presidente de Nicaragua.

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Cabe mencionar que, Daniel Ortega, quien en noviembre próximo cumplirá 76 años, busca reelegirse por tercera ocasión como presidente de Nicaragua, para un cuarto mandato consecutivo de cinco años en las elecciones del próximo (07.11.2021).

Mientras, la primera dama, de 70 años, con su postulación estaría buscando su segundo mandato consecutivo como vicepresidenta del país.

Premio de consuelo

Según analistas políticos nicaragüenses que salieron al paso de ese anuncio presidencial, la medida es como un premio de consuelo.

Esto último, según expertos, porque Murillo no pudo convertirse en candidata a la presidencia del sandinismo, luego de la brutal represión contra manifestantes que en 2018 exigían la salida de la pareja presidencial.

Y también dicen, por el escaso margen de aceptación que tiene entre las filas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Al convertirse el próximo 7 de noviembre en copresidenta de Nicaragua, el país dice Ortega y los mismos analistas políticos pasa a tener dos presidentes.

Ambos con potestad de firmar acuerdos, decretos ejecutivos y otras actividades presidenciales. Una actividad que la primera dama y vicepresidenta Rosario Murillo, siempre renegó por no tener estas facultades.

De fondo dicen los críticos está la intención de preparar a Murillo para suceder en el cargo a Daniel Ortega, que a sus 76 años, esconde muchas enfermedades de base; y otras derivadas por la presión de mantenerse a cualquier costo en el poder.

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