Gabriel Boric jura este viernes como presidente de Chile con la promesa de dar un giro a ese país, que fue un exitoso laboratorio neoliberal, para impulsar un Estado de bienestar con conciencia ecológica, feminista y capaz de reducir las desigualdades que hartaron a su sociedad.

El exlíder estudiantil, que aún está por titularse en Derecho en la Universidad de Chile y diputado de izquierda desde 2014, se convertirá a sus 36 años en el presidente más joven de la historia de Chile.

En Valparaíso, un puerto 150 km al noroeste de Santiago, donde está el Congreso, los padres y dos hermanos de Boric llegaron el jueves en la noche en una camioneta a Cerro Castillo, una residencia presidencial de verano de marcado estilo mediterráneo con vistas al Pacífico. 

"Es un hito histórico que tengamos un presidente magallánico y que sea el más joven es un orgullo", dijo a la AFP César Montiel, un jubilado de 70 años que se acercó a las vallas dispuestas en torno a la casona y que, como Boric, es de Punta Arenas, ciudad ubicada más de 3.000 km al sur de Santiago. 

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Y, como ruegan varios seguidores de Boric, que "la gente no le pida que solucione los problemas de inmediato. Esto van a ser años para poder cambiar Chile en temas de justicia social", apuntó Montiel.

"Esperemos que vaya cumpliendo correctamente. Encuentro fantástico que tenga más ministras mujeres, me parece que ahora recién estamos entendiendo el real significado del feminismo", dijo Ingrid Marín, una empresaria de 69 años que también quiso ver la llegada del presidente que desde este viernes sustituirá al conservador Sebastián Piñera, de 72 años.

Bocinazos y mensajes a favor o en contra de Piñera y Boric se lanzaban desde los autos así como de los transeúntes que pasaban frente al Palacio de La Moneda, donde en la noche Boric cerrará su jornada de investidura con un mensaje al país desde un balcón.

La esperanza del bienestar

Gabriel Boric pretende iniciar un camino hacia un Estado de bienestar al estilo de la socialdemocracia europea, para cumplir su palabra de convertir a Chile, donde el 1% de la población posee el 26% de la riqueza, en "la tumba" del neoliberalismo.

"Este es un gobierno que llega al poder en un clima político muy fragmentado, que no tiene mayoría parlamentaria y, por lo tanto, no tiene la posibilidad de hacer reformas muy radicales en el corto plazo", señaló a la AFP Claudia Heiss, jefa de la carrera de Ciencia Política en la Universidad de Chile. 

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Sin embargo, también "existe este optimismo que viene del proceso constituyente y un impulso por superar el neoliberalismo que yo creo que hoy día se ve con menos temor por los sectores incluso conservadores, porque hay una suerte de sentimiento antineoliberal en el mundo", agregó la académica.

El izquierdista asume con una crisis de credibilidad en la política, un recorte del gasto público de 22,5%, una estimada desaceleración de la economía para este año, una gran migración irregular y un conflicto histórico de tierras no resuelto entre el Estado y el pueblo Mapuche.

A Valparaíso llegarán más de una veintena de invitados internacionales, entre ellos el presidente Alberto Fernández de Argentina, Pedro Castillo de Perú, el rey Felipe VI de España, así como las escritoras Gioconda Belli, de Nicaragua; y la 'best seller' chilena Isabel Allende, que integrará la comitiva de Estados Unidos, donde reside hace más de 30 años.

Demanda social y feminismo

El nuevo gobierno tendrá que dar respuesta a las demandas sociales por mejor salud, educación y jubilación, y reducir la desigualdad social, exigencias surgidas en el estallido social de octubre de 2019 que sacudió a un país que era considerado uno de los más estables de la región.

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"Boric ha prometido diálogo para superar estos problemas y hay que ver si esta predisposición al diálogo se traduce en que la ciudadanía no se agote otra vez esperando soluciones", explicó a la AFP Rodrigo Espinoza, académico de la Universidad Diego Portales.

Otro reto será aunar apoyos para la parte final del proceso constituyente que este año debe convocar un plebiscito para aprobar o rechazar una nueva Constitución para reemplazar a la heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). 

El joven mandatario que prometió un gobierno "feminista" designó en 14 de los 24 ministerios a mujeres de las más variadas profesiones, perfiles y edades, con un promedio de edad de 42 años, marcando un cambio generacional en la política. 

Convocó a dos exlíderes estudiantiles con los que marchó en 2011 por una educación gratuita y de calidad y con quienes compartió una curul en el Congreso: Camila Vallejos (33), su próxima vocera de gobierno, y Giorgio Jackson (35), el ministro a cargo de las relaciones con el Congreso.

"Se enfrentará a un Congreso hostil", sostiene Espinoza. El mayor desafío será "instalar un diálogo para superar las barreras legislativas" de modo que tenga "la capacidad de recaudación para poder sustentar un Estado de bienestar".

Asimismo, chocará con la desconfianza en los sectores de derecha e izquierda radical sobre si podrá realizar los cambios sociales que promete.

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