Hola, ¿cómo estas?
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Hola, ¿cómo estas? Es la pregunta habitual que hacemos cuando saludamos, y la respuesta más común es "bien gracias" y así continuamos la mayoría de las veces, en la superficialidad de las relaciones, donde quien pregunta parece no estar realmente interesado en la respuesta y quien contesta, de forma acostumbrada se queda solitario en las reales emociones que experimenta. Preguntamos y respondemos con ligereza, ignoramos al otro, pasamos a lo siguiente y esto ocurre con un vecino, al cual apenas conocemos que con un compañero de trabajo, y hasta en relaciones vitales como entre esposos, o padres e hijos.
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Tristeza, temor, enojo, son algunas de las emociones que podemos experimentar en estos días de pandemia. La ansiedad, la incertidumbre y la impotencia nos alcanzan tarde o temprano; para muchos, un falso refugio es distraerse recurriendo a una divertida selfie o postear algo trendy, ¡talvez un divertido TikTok! Mejor aún, pretender un desahogo al agredir y culpar a alguien a través de las redes sociales y señalar con autoridad y desprecio las culpas de aquellos lejanos poderosos.
Pero es muy probable que después de deslizarnos en el hielo de las relaciones superficiales o de escapar en la fantasía de los perfiles virtuales; la tristeza, el temor y el enojo, sigan en nosotros, consumiéndonos, robándonos la energía y peor aún la salud; y no es que sentirnos así sea malo en si mismo, de hecho, estamos dotados de estas emociones para adaptarnos a diferentes experiencias y eventos en nuestra vida.
El problema es quedarnos estacionados en ellas, ya sea que las confinemos en nuestro interior, mientras las disfrazamos de fiesta o fuerza, o las dejemos aflorar a la superficie y sean nuestro uniforme favorito, y puede ser en una u otra forma, sin ni siquiera percatarnos de cómo nos sentimos, porque no solo ignoramos al otro, nos ignoramos a nosotros mismos y así, sin estar ¨contagiados¨, igual nos estamos enfermando en estados de ánimo que nos quitan la salud y la vida.
Entonces, ¿qué podemos hacer para movernos hacia la serenidad, la gratitud, el entusiasmo, la alegría? Sobretodo cuando parece no ser coherente con el contexto, con las noticias y con la realidad; ¿necesitaríamos estar locos? ¿O ser demasiado optimistas?
Hay una buena noticia y es ésta; el maravilloso diseño del ser humano nos permite experimentar toda la variedad posible de estados anímicos, independientemente de las circunstancias, así es, tenemos la capacidad de sentirnos agradecidos, esperanzados, alegres, aún en esta época de pandemia, porque la gratitud, la esperanza, el amor, la alegría, están en nosotros, en la esencia divina que recibimos con el aliento de vida, en el espíritu humano que se ha levantado de cada tragedia experimentada en la historia.
Hoy detente unos minutos, y con profunda atención, mírate, escúchate y siéntete. Reconoce cómo estás, acepta esa emoción, pues a veces se vale no estar bien, pero no te quedes allí, decide estar mejor, ¡sí, decide! Busca dentro de ti y encontrarás la esperanza, la creatividad, las experiencias de momentos vividos.
Escoge tus pensamientos aquellos que dan vida, dan salud y encienden tu chispa; luego actúa, aprende algo nuevo, haz algo para ayudar a alguien, inicia un proyecto por pequeño que parezca. Y si te resulta muy difícil, pídele ayuda a Dios, con él lo lograrás.
Espero con todo mi corazón que estés bien y mejorando; si no es así…conversemos, ¡te quiero escuchar!
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