¿Te has puesto a pensar que pasa cuando no perdonamos? ¿El daño que el resentimiento y el rencor causan en tu vida?

Sin duda una de las cosas más difíciles de lograr de corazón es perdonar, y perdonarse a uno mismo. Y es que dependiendo del agravio recibido o del trauma que este daño causó, más fácil o difícil es.

Pero si no perdonamos, el rencor y resentimiento no nos permitirán vivir en paz. Nos harán regresar cada vez al mismo sentimiento que experimentamos en el justo momento del dolor recibido y esto no nos permitirá una sanación completa.

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Pero, perdonar no significa que voy a permitir todo siempre. Una vez hayas perdonado, ahí mismo pones tus límites, olvidas lo que te hicieron en la medida de lo posible (o por lo menos logras que no cause daño al recordarlo) y seguís con tu vida.

¿Fácil? No. ¿Posible? Claro. ¿Inmediato? Es un proceso muy personal, tomate tu tiempo.

Cuando lo hayas logrado por primera vez verás que las siguientes veces será natural perdonar. Es que te darás cuenta como vivís de liviano cuando no vas cargando malos recuerdos ni sentimientos. Liberarte de todo aquello que te ha hecho daño y poder ver a aquel que te hizo daño sin menosprecio o dolor te da vida. Y perdonar es la única forma de superar un trauma.

¿Vale la pena? ¡Por supuesto!
¿Es necesario? Es INDISPENSABLE.

Analizá bien la situación y toma las cosas de donde vienen, no te tomes todo demasiado personal. Recordá que la gente herida, hiere, y casi siempre sin darse cuenta. Porque damos inevitablemente lo que tenemos dentro. Así que trabajemos eso que tenemos dentro para nosotros no lastimar y ser luz para los demás.

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Al final, perdonar en un actos muy noble, es humildad, amor propio y amor para los demás. El perdonar te devuelve la paz mental. No permitas tu mente y corazón se llenen de resentimientos. Que si lo haces perdés vos y la gente a tu alrededor.

“Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir que el prisionero eras tú.” Lewis B. Smedes