La inversión nacional alerta sobre un retroceso respecto a los demás países de la región en competitividad, y las organizaciones que velan por los derechos de los consumidores pronostican un repunte en los precios de la canasta básica. 

El proyecto que a toda costa sigue empecinado en empujar el Poder Ejecutivo, utilizando como comparsa al ala oficialista del Congreso Nacional, derivaría en esas y otras consecuencias, en momentos en que los efectos del desempleo han sido devastadores como los indicadores y cifras que la economía hondureña resiente.   

La falta de trabajo golpea a unos tres millones, 300 mil hondureños mientras cerca de tres millones de personas en edad de trabajar viven bajo el parámetro de inestabilidad laboral.

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Más del  44 por ciento de la población económicamente activa no tiene un empleo y ocho de cada diez compatriotas apenas subsisten en el sector informal.

Pero ni en Casa Presidencial ni en el despacho de Redondo y compañía, esos asfixiantes números e indicadores parecen martillar a nadie. El proyecto de la nueva ley tributaria va porque va, sin que los inquiete siquiera la especie de tsunami de monumentales magnitudes que se nos viene encima.                                                                                                                      

La Cámara de Turismo calcula que unos cinco mil jóvenes que laboran en la industria sin chimenea, parte del ejercito de cien mil jóvenes que cada año se han venido incorporando a la población económicamente activa, tendrían que ser “echados a la calle”, pero ni eso ni lo que supone la peligrosa olla de presión en la que se ha convertido el desempleo masivo en Honduras, tampoco lograron hacer reaccionar a los empecinados en meter y aprobar el cuestionado proyecto.

El escenario económico nacional ya era por sí incierto al arrancar el año en curso, como así lo fue en el 2022. Si el año pasado se perdieron entre 88 mil y 90 mil plazas de trabajo, con el nuevo entramado tributario, los pronósticos de pérdida de empleos se visualiza extremadamente aterrador. Las perspectivas de crecimiento económico serían igualmente negativas y los riesgos de  conflictividad social, peligrosos. 

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La actual administración parece no haber advertido aún que el desempleo detona una bomba de problemas, que impactan fuertemente el tejido económico y social de la sociedad, y no solamente a los que menos tienen. Está en juego la aspiración de bienestar y sobrevivencia de la población económicamente activa; los más necesitados de un trabajo y todos los que aspiran a una vida con calidad.       

Tienen que darse cuenta que el crecimiento económico del país se cimenta sobre la base de las políticas de estado pero el componente del empleo es toral para que la población enfrente con mejores armas, la pobreza y hasta la desesperanza. Presidenta Castro: el desarrollo económico del país que usted regenta, y el bienestar común de la gente, descansa en el trabajo!.   

Tenemos que recordarle que el empleo masivo, al amparo de una agenda clara y agresiva, es lo que puede revertir los peores indicadores. De otra forma, y menos con abruptas reformas tributarias, el país no crecerá ni se generarán los trabajos que ayuden a reducir la pobreza y mejoren los ingresos de los hogares hondureños.