Alfredo Ortíz es un devoto del arte en sus diferentes manifestaciones. Nació en Tegucigalpa, donde logró desarrollarse como un joven lleno de sueños artísticos y profesionales.

Es un hombre polifacético que pinta y escribe. Presenta en la televisión, cuenta historias a través de reportajes. Es un locutor que con su voz relata vivencias y vende ideas. Se describe como una persona que es feliz con lo hace.

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Sueña con dar aporte al arte hondureño, implementando un programa que trabaje con los niños de escuela donde se les inculque la pasión y el gusto por el arte.

Inicios en la pintura

Incursiona en la pintura desde niño. “Desde que tengo uso de razón me gusta pintar”, refiere Alfredo a tunota. A los siete años trazó sus primeros bocetos con las limitantes propias de un niño de su edad. Desde entonces no ha parado de pintar y dibujar.

“Mi papá fue un factor importante en este asunto. Dibujábamos y nos poníamos a pintar. Como todo niño que pinta y hace garabatos, los primeros dos cuadros que hice, mi papá me los mandó a enmarcar”, comenta.

Confiesa que el hecho de que su padre haya enmarcado sus dibujos y los pusiera en una pared impactaron su vida para bien. “Me creí un artista y me marcó ese detalle”, sonríe.

Logró llevar sus obras a galerías de arte y espacios de todo tipo para exhibir su trabajo que con el paso del tiempo trascendió fronteras.

Desde joven nunca se detuvo en la realización de proyectos artísticos y crecimiento profesional. Además de la pintura, escribe. Sus primeros pasos como profesional de las comunicaciones los dio en radios.

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Su timbre de voz lo ha llevado a representar varias marcas comerciales e institucionales. Se formó como locutor en la Ciudad de México y logró trabajar en televisión también.

 “Arte se puede hacer con todo. Quien le da sentido y vida es la esencia y creatividad del artista”.

Alfredo Ortíz. Pintor hondureño.

Cursa su posgrado en marketing estratégico orientado a negocios e imparte talleres fomentando el arte de hablar bien. El amor, la pasión y el gusto por las artes nunca menguó.

POR: YENIFER OLIVA.

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