La delincuencia organizada se está trasladando muy rápido a Centroamérica, aseguró Migdonia Ayestas, directora del Observatorio de la Violencia de la Universidad
Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH).

Ella sabe muy bien lo incómodo que a veces resulta analizar las cifras de la violencia, sobre todo cuando en gobiernos anteriores querían reducir la tasa de homicidios.

Considera que la violencia sigue pasando factura y que, hoy, ser menor de 30 años es un factor de riesgo para ser víctima de la violencia, ya que este segmento de la población abarca el 55% de los casos de muertes violentas.

¿Cuántos años lleva al frente del Observatorio de la Violencia de la UNAH?

Inicié en el año 2010, cuando la universidad asumió la responsabilidad de empoderarse de los temas de violencia y seguridad y sobre todo con el Observatorio.

¿Incomoda la labor del Observatorio al contrastar cifras reveladas en materia de
homicidios?

Cuando se desarrolla una labor de análisis, las acciones para contrastar las cifras en los Gobiernos pasados incomodaron. Quisieron reducir al mínimo la tasa de homicidios. Ese fue uno de los principales problemas y después de mucho análisis y discusión sobre procedimientos y metodología de recolección y validación de datos,
se probó que el Observatorio de la Violencia era uno de los mejores de Latinoamérica.

Empezaron entonces a crear observatorios locales para dividir y vencer. Lo dirigía la Secretaría de Seguridad, con alianza de las alcaldías municipales. Les prometían una tasa de seguridad, que nunca llegó. Todavía espero los resultados de esa iniciativa.

¿Cuál es el momento más difícil que ha vivido en la labor de monitoreo de la violencia?
Que la violencia siga imperando y se naturalice. Que cada día existan tantos muertos como en años anteriores y que en el mundo seamos uno de los países más violentos sin estar en guerra.

Esas son las cosas más difíciles cuando se trabaja en el registro de violencia. Es necesaria la prevención, porque es lo único que puede reducir tantas muertes en el país.

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La Policía registra una disminución de los homicidios ¿pero la percepción es que la violencia continúa?

Hay diferencia entre la seguridad objetiva y subjetiva. Los datos que validamos con la Policía Nacional, la Dirección de Medicina Forense, Registro Nacional de las Personas y el Instituto Nacional de Estadística, son datos duros.

Lo que se puede comprobar es la seguridad objetiva, la percepción es diferente. En la percepción, la gente condiciona hechos de lo que ocurrió en su barrio o casos de alto impacto, en los que no necesariamente esa persona ha sido víctima.

La percepción de la población es más alta que los datos duros. En el 2019, la tasa de homicidios iba bajando, pero la percepción de la gente en una encuesta dijo que en un 89.9% este es un país inseguro.

¿Hay planes para potenciar el Observatorio?

Uno de los planes para potenciar el observatorio y estar más cerca de la realidad, es el trabajo con los directores de los nueve centros regionales de la Universidad, con docentes ad honorem, que apoyan el proceso de validación de análisis, que se reúnen con las organizaciones y con fuentes oficiales para validar casos y estar más cercanos a la realidad.

¿Los hondureños nos acostumbramos a convivir con la violencia?
Por desconocimiento. La población desconoce qué es la violencia, cómo se ejerce, quiénes son las víctimas y quiénes son los victimarios.

Incide el miedo que tiene la población a la respuesta de los grupos criminales organizados, o al control de territorio. La población no ayuda ni denuncia. Hemos
perdido la capacidad de sentir, de ponernos en el lugar del otro, hemos naturalizado la violencia.

¿Cómo se ha reconfigurado la violencia en el país?
En dos vías, la delincuencia común, en temas de convivencia, y la delincuencia organizada. Hay departamentos que han sido especialmente violentos como Francisco Morazán, Cortés, Yoro, Cortés, Atlántida, Olancho y Copán. Son los departamentos que
presentan mayor violencia.

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¿Qué debe cambiar para que ese manto de impunidad desaparezca?
Que el Estado procure una mayor investigación científica criminal para que se diga quiénes son los responsables de tanta violencia y porqué le quitan la vida a las personas.

Que digan el posible móvil que origina la violencia. Cuando se sustentan bien las pruebas, el Estado puede judicializar y reducir la impunidad, porque la impunidad crece, cuando la violencia no se investiga.

¿Qué significa ser joven en Honduras?
Ser joven menor de 30 años es un factor de riesgo para ser víctima de violencia. En promedio el 55 por ciento de las muertes violentas son jóvenes.

¿Qué ruta de solución deben implementar para neutralizar la criminalidad organizada?

La ruta es la investigación, incautación, destrucción de narcopistas, narcolaboratorios,
sembradíos de arbustos de coca, para que este accionar no siga aumentando, porque Honduras está en un estatus superior al de productor cocaína y se vuelve un
problema, porque la delincuencia organizada se está trasladando de Sudamérica a Centroamérica, especialmente al Triángulo Norte.

¿Qué cifras dejarán los homicidios al cierre de 2022?

Si lo proyectamos, la tasa va a cerrar entre 38 y 40 por cada cien mil habitantes. Será una disminución promedio de dos puntos. Va a disminuir, si las condiciones actuales se mantienen.