El obispo Ángel Garachana Pérez, de origen español, entregará el próximo 11 de marzo la diócesis de San Pedro Sula a monseñor Miguel Leninhan.

Tiene 31 años de estar en Honduras. Llegó siendo muy joven en 1972 y durante tres años sirvió como vicario de la parroquia de la Señora de Guadalupe.

En 1994, el Vaticano lo nombró obispo para San Pedro Sula y un 3 de febrero
de 1995 tomó posesión del cargo.

En ese caminar ha tenido grandes experiencias, retos y momentos difíciles, pero la guía se la ha dado Dios.

Monseñor Garachana conversa amenamente con tunota y dice que quiere vivir en Honduras sus últimos días.

También se refiere a temas que definirán el futuro de Honduras en la lucha contra la corrupción y la impunidad, como la elección de la nueva Corte Suprema de Justicia y la llegada de la CICIH.

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¿Cuáles son los planes que tiene monseñor Ángel Garachana al culminar su misión en la diócesis de San Pedro Sula?
En primer lugar, preparar la diócesis para entregársela a monseñor Miguel Leninhan, que tomará posesión el 11 de marzo.

Estoy hablando con los párrocos, con los responsables de movimientos, con el personal de curia para entregarle la mejor información que pueda.

Además de todo el diálogo que durante un par de meses voy a tener con él. Es importante una buena transición de la realidad de la diócesis.

Una vez hecho ese trabajo, hemos hablado los dos de la mutua ayuda que podemos ofrecernos.

Él está abierto y yo también en ayudarle en lo que pueda hacer adelante, él sabe que cuenta conmigo. Estoy abierto a ofrecerle toda la ayuda que pueda en todos los sentidos.

Luego, una vez que no tenga ninguna responsabilidad en la diócesis, tengo pensado y lo he puesto en los designios de Dios, a mediados de mayo ir a España para tener unos seis meses dedicados a mi persona.

Seis meses de descanso interior y exterior, de serenidad en el ritmo de vida y de serenidad interior espiritual.

Monseñor Ángel Garachana saludando al Papa Francisco. También, en una foto de su juventud.

Quiero dedicar tiempo a la reflexión, al silencio, a la oración, preparándome espiritualmente para una última etapa de mi vida.

Son 78 años cumplidos. Cuando vaya a España serán 79. Seré un misionero desde la base.

En España quiero darme un baño de teología nuevo y luego pasar de cuatro a ocho meses para luego regresar definitivamente a San Pedro Sula, quizás en el comienzo del 2024.

Quiero quedarme a vivir aquí hasta que Dios me llame y ofrecer mi colaboración, mi trabajo en una parroquia, ayudando en lo que pueda, sin responsabilidades, pero ofreciendo las fuerzas, los recursos, todo lo que pueda al servicio de este pueblo y de esta iglesia de Honduras, especialmente en Cortés.

¿Cuáles son los logros más relevantes que cosechó en sus 28 años como arzobispo de San Pedro Sula?

No son solamente fruto de mi trabajo y dedicación, son frutos de todos, porque la diócesis la formamos el obispo, sacerdotes, religiosas, delegados, catequistas, líderes laicos y animadores de comunidades.

Un primer logro ha sido el crecimiento significativo de sacerdotes diocesanos hondureños, de encontrar prácticamente dos a haber ordenado a casi 50.

Algunos están en la Diócesis de La Ceiba y otros en San Pedro Sula.

Segundo fruto es el aumento del número de parroquias. Solo en la Diócesis de San Pedro son 36 parroquias.

Ese crecimiento indica que geográficamente, socialmente, la diócesis ha crecido en habitantes y, por tanto, la iglesia se ha hecho presente con nuevas parroquias.

Además de nuevas parroquias, está la creación de una nueva diócesis. Cuando llegué a la Diócesis de San Pedro abarcaba Cortés, Atlántida e Islas de la Bahía.

Se formó una nueva diócesis que es la de La Ceiba, lo que indica la consolidación de una iglesia y de una iglesia de comunidades.

Tercero, la implicación, el compromiso de miles de laicos, agentes de pastoral, voluntarios sin sueldo al servicio de la misión.

Hay más de dos mil catequistas, más de un millar de delegados de la palabra.

Hay 1,200 comunidades eclesiales de base con sus laicos animadores, las parroquias tienen sus consejos pastorales, animados y formados por los laicos, que se han entregado por miles al servicio de las diversas pastorales de la iglesia.

Como digo, sin los laicos nuestra Diócesis no sería lo que es. En estos tres últimos años, la Diócesis de San Pedro Sula es la que más se ha comprometido en secundar y realizar las orientaciones del Papa Francisco, sobre todo los últimos años.

Monseñor Garachana con el Santísimo Sacramento, bendiciendo desde los cielos a San Pedro Sula.

¿Hubo momentos difíciles durante su gestión?

Distingo unas situaciones hacia adentro de la iglesia y otra los contextos sociopolíticos hacia fuera de la iglesia.

En el aspecto sociopolítico, los momentos más delicados fueron los años de presidente de la Conferencia, donde tuvimos que manifestarnos en diversas ocasiones de una manera crítica sobre la situación del país.

Fueron momentos delicados y difíciles, especialmente en situaciones de violencia y falta de desarrollo de una verdadera democracia participativa y solidaria.

A veces he dicho que me duele Honduras y a veces digo cómo afrontarla. A veces me siento sin la capacidad para ello.

El dolor por la situación de Honduras y ver que el cambio profundo es tan lento y no se logra un cambio profundo integral completo, un desarrollo de Honduras. Esta es una preocupación que he tenido y sigo teniendo.

En el ámbito de la iglesia, los momentos que más me hacen sufrir son las situaciones en las que los sacerdotes y religiosos, laicos, viven con infidelidad a su propia tarea y su propia vocación.

La mayor alegría son las personas.

¿Por qué escoge a Honduras para pasar sus últimos días?

Por las personas. En Honduras me he sentido acogido, querido, apoyado y he encontrado una total colaboración.

Honduras es un país bello, conozco casi todo el país. Honduras tiene paisajes
hermosos. Me quedo aquí porque aún puedo ser útil, hacer algo.

Quedándome en España, a mi edad, no sería mucho lo que puedo hacer.

¿Qué recomendaría a la presidenta Xiomara Castro para mejorar la situación del país?

Le digo, primero, que tenga siempre un corazón sensible a las necesidades del pueblo. Más de la mitad de la población vive en pobreza extrema, esto tiene que tocarle el corazón profundamente.

Que sienta con ese dolor de la mayoría de la población y tome decisiones políticas y económicas que afronten esta realidad.

Que den respuestas para que en un mediano plazo pueda haber una superación. Pero respuestas eficaces, dialogadas y organizadas.

Lo más importante no son las palabras, no son los discursos. Lo más importante es todo un plan de acción operativo que afronte el problema.

Pero un plan que se elabora desde esas necesidades y se elabora en diálogo, en consenso con todas las fuerzas vivas que puedan ofrecer soluciones prácticas.

Segundo, que asuma con total claridad su puesto de Presidenta de nuestro país.

Ella tiene consejo de ministros, asesores, pero con toda claridad ella ha sido elegida como Presidenta de Honduras y es la primera responsable, la que tiene que asumir todas las realidades.

A mi me gustaría un liderazgo real, más cercano, más efectivo, sin que cuente con asesores, con personal de Gobierno, etcétera.

Ella como tal debería tener un mayor liderazgo, mayor presencia, una mayor decisión en lo que es el Gobierno, porque ella fue elegida como Presidenta de Honduras.

Finalmente, le pediría que esté muy atenta a la juventud, porque percibo que la juventud no tiene esperanza, miran hacia el futuro y no ven una salida fácil y por
eso el sueño de buscar el modo de vida y trabajo en otro lugar.

Es un porcentaje altísimo de jóvenes que se están marchando y es también un porcentaje alto los que expresan que si pudieran buscarían un modo de vida fuera.

El trabajo con las bases de la Iglesia fue una prioridad durante su gestión como Obispo de la Diócesis de San Pedro Sula.

¿Qué recomienda a los diputados con la elección de la nueva CSJ?

En primer lugar, les digo, que conozcan el perfil de los 45 que la Junta Nominadora ha presentado, traten de conocer a cada uno.

El puntaje que dio la JN es un criterio, pero pueden ampliar el conocimiento de los 45, para ver si tienen el perfil de un magistrado de la Corte Suprema de Justicia.

El perfil es la ética, una gran conciencia moral, profesionalismo, una dedicación al cargo. Conocido el perfil, voten en conciencia por candidatos que reúnan el mejor
perfil y sean los mejor preparados, no tanto por partido.

Tercero, estar pensando en renovar, tener en Honduras un verdadero sistema de justicia con imparcialidad, capacidad y profesionalismo que dé el juicio justo.

Si hay que tener preferencia o sensibilidad es la atención a los más débiles, de menos capacidad de defensa.

Ellos tienen que apoyar una CICIH (Comisión Internacional contra la Corrupción
e Impunidad en Honduras)
que sepa ayudar a que haya calidad el sistema de justicia.

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¿Viene la CICIH?

Deseo que venga la CICIH, que venga de manera eficaz. Que pueda capacitar y preparar a todos los que forman parte del sistema.

Aún hay interrogantes de si el Gobierno de verdad quiere que venga y qué tipo de CICIH quieren que venga.

Los obispos, no solo yo, nos hemos manifestado a favor de la CICIH y hemos hablado en qué condiciones y cuáles serían las funciones.

Tengo mis dudas, pero deseo de corazón que venga y que tenga las facultades debidas para ayudar a la renovación y formación de nuestro sistema de justicia.