El caso de Riccy Mabel Martínez, es sin duda uno de los hechos que marcan la historia sangrienta de la violencia que sufre la mujer en Honduras.

A más de 30 años del horrendo crimen cambian los rostros de las víctimas y victimarios, pero la justicia sigue impávida, ciega, sorda y muda.

El sábado 13 de julio de 1991, la normalista salió de su casa para visitar a su novio quien, un mes atrás había sido reclutado para realizar el servicio militar obligatorio.

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Quería liberar a su novio del servicio militar obligatorio

Con tan solo 17 años, casi 18, aquella ceibeña se presentó al primer Batallón de Comunicaciones ubicado en la aldea Las Tapias de Tegucigalpa, quería solicitar la liberación inmediata de su novio, Ruben Padilla, reclutado para realizar el servicio militar obligatorio.

La idea era convencer a las autoridades de que Padilla era el encargado de su manutención y quien pagaba sus estudios y si seguía como recluta ella quedaría desprotegida.

La historia construida junto a su novio parecía perfecta, sin embargo, al salir del lugar ya no era dueña de su vida, horas más tarde, Honduras conocería uno de los crímenes más repudiables.

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La barbarie al descubierto

El 15 de julio de 1991 a las 7:30 a. m. el cuerpo de Riccy Mabel Martínez, fue encontrado tirado en una hondonada de aproximadamente cinco metros de profundidad.

Estaba completamente desnudo, mutilado y en estado de descomposición, los registros forenses señalan, que Martínez fue abusada sexualmente por al menos cuatro hombres.

Le cercenaron el seno derecho, le sacaron la lengua y destruyeron la vulva a causa de la violación colectiva.

Tenía múltiples fracturas, le quebraron los dientes y estuvieron a punto de desprenderle el ojo derecho, su cráneo estaba destrozado y se contabilizaron más de 100 hematomas en su cuerpo.

Como si fuera poco, le mutilaron el abdomen y le sacaron parte de sus órganos, según los forenses, buscaban entorpecer la investigación.

Riccy mabel Martínez, su cuerpo fue abandonado en una hondonada a la altura del barrio El Chile en la capital de Honduras
Peritos inspeccionando la zona donde fue abandonado el cadáver de Riccy Mabel Martínez

Un testigo clave

Al ver la noticia, un vendedor de conos, que la vio salir de la base militar el sábado 13 de julio de 1991, fue a la policía y comentó que la joven subió Hyundai pony amarillo "idéntico al de un militar".

Según el testimonio eran casi las 6:30 de la tarde cuando él había terminado la venta y se dirigía a su casa, cuando vio a la normalista abordar tranquilamente el vehículo.

Ante el testimonio los investigadores concluyeron que el conductor debía ser una persona conocida, de otra forma la joven no habría subido al carro por su propia voluntad.

Esteban García, el vendedor de conos que dijo ver a Riccy Mabel Martínez abordar el vehículo de un militar

Caen dos militares por el feminicidio

Durante la investigación las pruebas incriminaban al coronel Ángel Castillo Maradiaga y al sargento Santos Olivares Funes, ambos revelaron en en el juicio que la intención no era matarla.

Dijeron que querían violarla y se justificaron diciendo que ella opuso tal resistencia que no les quedó de otra más que torturarla hasta someterla, para lograr sus perversos objetivos.

Esteban el conero subió al estrado para testificar en contra los uniformados, era un testigo clave.

Unos meses después de haber testificado en contra de los dos militares, Esteban Aguilar, apareció muerto, el reporte policial decía que fue víctima de un robo.

quienes posteriormente fueron sentenciados a 16 y 11 años de prisión respectivamente, por los cargos de homicidio y violación.

Una sentencia que no hacía justicia a la normalista ceibeña, cuestionaba la sociedad, que aún no lograba digerir la barbarie con la que le arrebataron la vida a aquella adolescente.  

Castillo Maradiaga recuperó su libertad 10 años más tarde, haciendo uso de la preliberación, la misma suerte corrió Olivares Funes, pero unos meses más tarde fue apresado nuevamente acusado de violar a dos mujeres.

Actualmente Riccy Mabel Martínez tendría 49 años de edad, sus familiares todavía se preguntan qué pasó con los otros implicados que según el examen posmortem participaron en la violación colectiva.

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