“No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo". Antoine de Saint-Exupéry, El Principito

Uno de los regalos más grandes que podemos dar y recibir en esta vida es el de una verdadera amistad. Y no solo es un regalo, es una necesidad. Es tan importante y profundo el significado de las verdaderas amistades en nuestra vida que incluso en la Biblia se narra la estrecha amistad entre Jesús y Lázaro, y nos dejó una lección de amor, empatía, apoyo incondicional, servicio y compasión tan sobrenatural que dio lugar al versículo más corto en Juan 11:35: “Jesús lloró". Lloró sabiendo que iba a realizar el milagro de resucitarlo; sin embargo, en estos mismos versículos nos relatan que cuando vio a las hermanas de Lázaro, también sus amigas, lloró desconsoladamente, se llenó de un sentimiento que le hizo llorar.

Lindo ¿no? Inspirador. Para reflexionar. Las amistades existen para reír, llorar, apoyarse, acompañarse, cuidarse, por encima de cualquier situación.

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Nuestra vida está completa si tenemos amistades así y si somos esa amistad para alguien más. Amistades con conexiones especiales que con solo verse se entienden. Esas personas que nos inyectan ánimos, energías, motivación y esperanza. El vínculo amistoso no tiene que ser amplio, pues como en todo en la vida, se trata de calidad y no cantidad.

La soledad no escogida no es buena ni para el cuerpo ni para la mente. Somos por naturaleza seres sociales y necesitamos interacción sana. Si no tienes un vínculo estrecho con nadie, trata de conectar nuevamente con tus allegados y cultiva lazos de amistad.

Disfrutemos las amistades con quienes crecimos, con quienes estudiamos, trabajamos, viajamos y compartimos. Los amigos forman parte de ciclo de vida desde la infancia hasta la última etapa. Y esto no es solo diversión y romanticismo, es neurofisiológico. Es saludable para el cuerpo, mente y espíritu.

Una buena amistad genera positivismo y previene ansiedad, estrés y depresión. Ayudan a mejorar nuestra salud mental, pues la amistad activa neurotransmisores como dopamina (placer y relajación), serotonina (felicidad), oxitocina (amor, confianza, calma) y vasopresina (pertenencia).

Escoge bien tus amistades que pueden ayudarte a ser tu mejor versión o la peor. Por más amistades eternas, de esas que iluminan tu camino y las que te dibujan una sonrisa con solo pensar en ellas, esas amistades que se vuelven tu familia escogida.

A mis amistades, gracias por existir en mi vida.

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