Las políticas económicas, como la monetaria, forman parte de un conjunto más amplio de políticas públicas, que tienen como objetivo general apoyar el desarrollo económico-social.

En el caso específico de la política monetaria, cuya responsabilidad de diseño y aplicación recae en el Banco Central, tiene objetivos particulares determinados dentro de un marco regulatorio.

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Estos objetivos plasmados en los marcos regulatorios de los bancos centrales varían de país a país.

En algunos casos puede ser un solo objetivo principal, como mantener la estabilidad de los precios, o pueden ser varios, que incluyan además de la estabilidad de precios, la defensa del valor de la moneda y/o la estabilidad de la actividad productiva.

La cantidad de estos objetivos determina en gran medida el tipo de esquema de política monetaria que adopta un Banco Central.

Puede ser un esquema de metas de inflación con un tipo de cambio flexible, o un esquema intermedio que incluya un tipo de cambio administrado, por ejemplo, tipo de cambio fijo, bandas, crawling peg, etcétera. 

Los esquemas de política monetaria determinan cómo se usan y cómo funcionan sus canales de transmisión en la economía.

Dicho lo anterior, consideremos únicamente el canal de transmisión de la tasa de interés de política monetaria.

Es importante mencionar que la tasa de interés es un instrumento y al mismo tiempo un canal. Cuando esta se modifica, genera efectos en otras variables macroeconómicas,  que dependiendo el tipo de variable se le denomina objetivos intermedios, como es el caso de los efectos en la cantidad de dinero (oferta), u objetivo final, que serían los efectos en el comportamiento de los precios.

El poder de incidencia de la tasa de política monetaria sobre la dinámica de las variables (intermedia y objetivo) dependerá del esquema que se adopte.

Supongamos, como un ejemplo simple, un aumento de la tasa de política monetaria. Este movimiento genera una contención de la oferta de dinero, además de enfriar el crédito.

Esto apacigua la demanda agregada, que da como resultado una caída paulatina en el crecimiento de los precios (inflación), pero que tiene un costo respecto a la actividad productiva, generalmente reduciéndola.

Esta cadena de efectos no es inmediata, generalmente tiene un rezago de dos a tres trimestres.

Por otra parte, el aumento de la tasa de política monetaria incentiva el ahorro en moneda nacional, así como el ingreso de capitales externos por el mayor rendimiento que se obtienen a partir de la moneda nacional. Esto aumenta la demanda de moneda nacional, apreciando el tipo de cambio.

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Visto lo anterior, tomando en cuenta la coyuntura actual de alta inflación, por factores externos, junto a un fortalecimiento de las monedas extranjeras, principalmente del dólar, debido al aumento de tasas de referencia de la Reserva Federal.

Se observa que la mayoría de los bancos centrales han aumentado sus tasas de interés de referencia persiguiendo dos finalidades.

Primero, para reducir la inflación en el tiempo, como se detalló en párrafos anteriores, y segundo, para defender su tipo de cambio, fortaleciendo su moneda, y apoyando también a mitigar la inflación importada.

Bajo este razonamiento, y a la luz de evidencia empírica como la mostrada por Díaz y Madrigal 2022, se espera que los países que han aumentado su tasa de interés de política monetaria de manera más agresiva, posiblemente verán reducida sus presiones inflacionarias en un menor tiempo, en comparación a aquellos países que tomen una decisión más tardía o con menos fortaleza.

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