Como estudioso permanente del calentamiento global y analista de los resultados que mes a mes brindan los laboratorios en tierra, océano y atmósfera a nivel mundial, era fácil deducir las consecuencias resultantes de las emisiones masivas de gases de efecto invernadero (GEI) y las anomalías permanentes de las temperaturas en todo el planeta.

Ahora, al inicio de 2024, las noticias son más que preocupantes. Datos científicos recientes muestran cómo la extensión promedio del hielo marino de la Antártida en 2023 fue la más baja jamás registrada en la historia.

Diferentes gráficos con datos fidedignos muestran la caída drástica del hielo en la Antártida. Pero eso no es todo; en el otro extremo de nuestro planeta, el Polo Norte, el hielo marino de varios años prácticamente ha desaparecido.

¿Debe preocuparnos la pérdida acelerada del hielo en los polos y glaciares? Nuestra civilización depende, para su sobrevivencia, de la existencia de hielo en los polos. Para que quede más claro: “Si se pierde el hielo de los polos y glaciares, se pierde el mundo”. Los hielos polares juegan un papel fundamental en nuestro planeta.

Una de sus funciones primordiales es actuar como aires acondicionados que permiten una temperatura media global propicia para la vida tal y como la conocemos. Los hielos polares realizan un trabajo especial frente a la radiación del sol, reflejando el 30% de la radiación solar, mientras que el 70% restante que se absorbe ha permitido mantener una temperatura ideal para el desarrollo de nuestra civilización.

¿Qué hacer para evitar el derretimiento de los polos y glaciares?

Es imperativo abordar las causas del calentamiento global: educar a la población, transitar hacia fuentes de energía renovable, promover la eficiencia energética y la reforestación, entre otras medidas cruciales.

De continuar el calentamiento global y con la tendencia a incrementarse en los próximos años, nuestros polos y glaciares, tal como ya ocurre, se derretirán de forma acelerada. El Polo Norte, al encontrarse flotando en el agua, se derretirá antes que el Polo Sur, que está sobre una masa terrestre estable.

Por este motivo, en 2015, al menos 196 países firmaron el Acuerdo de París, con el objetivo de que nuestro planeta no aumentara su temperatura en 1.5° o 2° con respecto a la era preindustrial. Sin embargo, al ritmo que avanzamos, estamos cerca de superar ese umbral.

Si se supera esta temperatura, podríamos perder el hielo que nos rodea tan pronto como en el año 2060, aproximadamente; es decir, en tan solo 37 años. En otras palabras, la situación es crítica.

¿Será el principio del fin en 37 años?

Si se derriten completamente los polos, el nivel del mar aumentaría casi 66 metros, cubriendo millones de kilómetros de tierra. Toda persona que viva a 100 kilómetros de la costa y todas las edificaciones construidas en ese radio quedarán bajo el agua, como ya está sucediendo en algunas comunidades de las costas norte y sur de Honduras.

Mientras el nivel del mar aumenta, la temperatura media del planeta subiría de los 14 °C hasta los 26 °C. Así, la vida en la Tierra no sería posible, con temperaturas afectando nuestra salud, nuevas plagas, pandemias y la acelerada evaporación del agua dulce en superficie y subterránea, desertificando suelos y haciendo imposible la producción

 de alimentos. Esto sumiría a las poblaciones del mundo en una profunda miseria, con economías colapsando y fenómenos extremos quintuplicándose.

Los polos y glaciares han sido los escudos eternos de nuestro planeta y, con nuestras contaminantes actividades humanas, los estamos desapareciendo en tiempo récord. Actuar con medidas rápidas y efectivas frente al calentamiento global y el cambio climático es actuar en favor de nuestra sobrevivencia en este planeta.

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