Casas derrumbadas, desbordamiento de ríos, hundimientos, filtración de los bordos y extensión de fallas geológicas. Todos estos eventos se han conjugado en la presente emergencia que tiende a agravarse.

Los expertos consultados por HRN han reprochado que se haya engavetado desde hace varias décadas el proyecto de ejecución de las represas El Tablón y Jicatuyo y Los Llanitos para reducir los efectos de los temporales.

Nunca ha existido voluntad política para impulsar la construcción de los embalses, criticó el exdirector de la Comisión Ejecutiva de Valle de Sula, Roberto Zablah.

En esa misma línea de cuestionamientos, el presidente de los industriales de Cortés, Eduardo Facussé, sostuvo que es urgente la construcción de más represas en el Valle de Sula para salvar vidas, lograr la soberanía energética y obtener seguridad alimentaria.

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Los embalses, cuya realización está planteada desde hace unas cuatro décadas, son una prioridad para contener las inundaciones y menguar los perjuicios que causan los fenómenos naturales, sobre todo en el Valle de Sula, la zona que genera la mayor producción del país, el 60 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Al final, el costo de tales obras es mucho menor que los daños provocados por los fenómenos naturales, acotó el experto Nabil Kawas.

Cada año Honduras es más vulnerable y está expuesto a más riesgos, porque no existe una planificación para reducir los riesgos ante los eventos naturales, ha reafirmado el especialista Dino Rietti.

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Se estima que cada año, el país pierde más de 200 millones de dólares por los desastres naturales que tienen un efecto demoledor en las poblaciones impactadas y sobre la economía nacional.

Los expertos que se han encargado de cuantificar los daños que han dejado los eventos atmosféricos en el Valle de Sula, sostienen que en dicho sector tendrían que ser ejecutadas unas 70 obras de mitigación.

De ese conjunto de trabajos, nueve están en agenda para su desarrollo a mediano plazo. Su financiamiento está calculado en 50 millones de lempiras.

Los más importantes son las represas de Los Llanitos y Jicatuyo y El Tablón. Las primeras fueron planteadas para ser construidas en 1980 sobre el río Ulúa, y la tercera se planificó para su ejecución en 1990, con el fin de controlar las inundaciones por la crecida del río Chamelecón.

Los daños que se derivan de los fenómenos climáticos son cada vez más severos. Los distintos sectores han enfatizado en que el tema sea tratado con urgencia, oportunidad y visión por parte del Gobierno, sin intereses político-sectarios ni improvisación.

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