Tendencias preocupantes
La relatora de la ONU conoció durante su visita, la denuncia acerca de uno de esos medios.
En su reciente visita al país, la relatora de la ONU para la libertad de Opinión y Expresión, Irene Khan, recogió una amplia radiografía del clima de la libertad de expresión en Honduras, sostuvo reuniones con todas las partes relacionadas con la materia. Su declaración preliminar es un aldabonazo que advierte los riesgos que representa el ejercicio del periodismo y la defensa de los derechos humanos en esta nación centroamericana.
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Khan fue directa al colocar los puntos en las íes sobre la impunidad y el deterioro y debilitamiento institucional hondureño. No se anduvo por las ramas y trajo a colación un tema que empieza a tener tendencias preocupantes para la democracia y la libertad de expresión: el avance de la desinformación, la violencia en línea contra periodistas, medios y activistas humanitarios; las “fake news” y las campañas de odio y estigmatización en contra de las voces críticas.
A estas tendencias preocupantes, habrá que sumar el surgimiento de medios digitales que buscan suplantar a otros, robar identidad, estilos, logos y formas para generar desinformación y promover campañas de odio. Al menos cinco de esos medios falsos, han sido identificados por verificadores expertos en detectar esas formas de manipulación de la información. Su procedencia y recursos son aún más preocupantes, pero tienen un hilo en común: acallar voces y medios críticos que incomoden con su labor periodística, socavar la democracia y la libertad de expresión.
La relatora de la ONU conoció durante su visita, la denuncia acerca de uno de esos medios, y en su declaración llamó la atención sobre lo siguiente: “existe una creciente preocupación por los mensajes contradictorios sobre derechos humanos procedentes de algunos altos funcionarios y una peligrosa tendencia por su parte a atacar a las y los periodistas y catalogar de “fake news” la cobertura crítica”.
“La violencia, las amenazas, los ataques en línea, la intimidación, la criminalización y el acoso judicial a personas defensoras de los derechos humanos, periodistas y comunicadores sociales, siguen siendo alarmantemente altos”, señala la relatora, tras recalcar que el uso de la tecnología digital, incluidos los ataques en línea, la vigilancia de las comunicaciones y el “hackeo” de los dispositivos electrónicos de los periodistas, ha añadido “una nueva dimensión a las amenazas existentes”, a lo que se suman las campañas de desprestigio y ataques tendenciosos como forma de descrédito y deslegitimación al trabajo de los periodistas.
Khan señala que la desinformación no solo aviva la polarización en las sociedades, sino que también afecta a todos: ciudadanos, medios, periodistas e incluso funcionarios y actores políticos, logrando así otro de sus propósitos: minar la confianza en el marco de un entorno político crispado. Son tendencias preocupantes y en su llamado, Khan exhorta al gobierno y a sus funcionarios “abstenerse” de “estigmatizar” y “atacar” a los periodistas y defensores humanitarios por hacer su labor. Los Estados—según Khan—no deben fomentar o difundir información que saben es falsa, ni calificar de “falsas” las opiniones críticas al accionar de sus políticas. Así de sencillo.
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