El poder de reinventarnos. Cuando agregamos el prefijo “re” al verbo “inventar” creamos una palabra poderosa “reinventar”. Esta palabra nos habla de segundas oportunidades y de seguir adelante con más entereza. Nos anima a no darnos por vencidos. Nos ofrece la oportunidad de crear nuevas rutas, partiendo ahora de la experiencia.

De esta manera, lo maravilloso de la vida es saber que sea cual sea la realidad que estemos viviendo, podemos reinventarnos. El científico evolucionista Charles Darwin afirmó que “No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, tampoco es la más inteligente la que sobrevive. Es aquella que se adapta mejor al cambio”. 

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Ahora bien, en esta nueva ruta de la reinvención es imprescindible tener presente tres elementos: Definir nuestra meta, creer incansablemente en nosotros mismos, y aprender a disciplinarse.

Cuando tenemos clara nuestra meta optimizamos nuestros recursos. Nuestras habilidades, esfuerzo y tiempo se conectan hacia un solo objetivo. Contrario a eso, cuando estamos dispersos con nuestras ideas y proyectos, perdemos recursos y somos incapaces de identificar oportunidades.

Por tanto, es importante identificar nuestra meta y desear llegar a ella con valor, fuerza y decisión. Eliminando toda posibilidad de un plan “B” que se convierta en excusa. Recuerda, “Nunca se es demasiado viejo para establecer un nuevo objetivo, o para soñar un nuevo sueño” CS Lewis.

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El segundo elemento es creer en nosotros mismos. Sea cual sea el momento que estas viviendo en este momento, no dejes de creer en ti. Mira, en la NASA, hay una enorme imagen de una pequeña abeja volando. Junto a la imagen hay una leyenda que dice “Aerodinámicamente el cuerpo de la abeja no está hecho para volar.”

El enorme tamaño de una abeja en contraste con sus pequeñas alas no permitiría a las abejas volar. Lo bueno es que la abeja no lo sabe y simplemente vuela. Cree que puede volar y vuela. Entonces, con esta misma determinación debemos creer en nosotros mismos.

El tercer elemento en la ruta de la reinvención, es la disciplina. Y no hay duda, la disciplina duele. Duele levantarse temprano en la mañana para ir al gimnasio, duele estudiar incansablemente para salir adelante. La disciplina duele, sin embargo duele más mantenernos estancados en nuestra zona de confort. Entonces, ¿Qué tipo de dolor prefieres?

Recuerda, lo maravilloso de la vida es la oportunidad que nos ofrece de reinventarnos. “El fracaso es la oportunidad de comenzar de nuevo con más inteligencia”. Henry Ford.

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