Andar por la vida con las gafas sucias, puede robarnos la felicidad. Si no vemos con claridad la realidad, podemos perdernos la oportunidad de disfrutar el maravilloso regalo de vivir. Hay una frase del sacerdote y sicólogo Jesuita Anthony de Mello,

que habla justamente de la poca capacidad que tenemos de percibir la vida como un regalo “La vida es un banquete, lo trágico es que muchos mueren de hambre”. En su libro “Despierta” el Padre Mello nos invita a despertar, abrir los ojos y vivir plenamente.

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Entonces, ya sea que andemos adormilados por la vida, o con nuestras gafas sucias, urge ver con claridad que tenemos el regalo de estar vivos. Andar con las gafas limpias, nos permite descubrir nuestro propósito y vivir con plenitud.

Precisamente, la plenitud se dá cuando hay una coherencia entre lo que queremos hacer y hacemos. Entre lo que queremos ser y somos. Entonces, cuando existe esta armonía nos sentimos plenos. Fluimos y vibramos con la vida. Contrario a eso, cuando nuestras acciones se alejan de lo que realmente queremos, se genera en nuestro interior una enorme cantidad de insatisfacción o disonancia.

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Esta disonancia, impide que podamos vibrar con la vida. En pocas palabras, vivimos insatisfechos e infelices. Lo curioso es que los seres humanos tenemos la capacidad de absorber una enorme cantidad de disonancia y seguir adelante. Eso, nos lleva muchas veces a conformarnos en la vida con el “bueno, no está mal, podría ser peor”. Pero entonces ¿Estamos viviendo o sobreviviendo?

Algunas veces, las tareas del día a día, las presiones del entorno, o las obligaciones autoimpuestas nos alejan de nuestro propósito en la vida. Otras veces, andamos dispersos, con muchas ideas y sentimientos pero sin nigún propósito.  Conviene por tanto, limpiar nuestras gafas y descubrir, qué es lo que realmente queremos en la vida, y qué estamos haciendo o haremos para conseguirlo.

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Debemos, darnos el tiempo para descubrir el propósito de nuestra vida y vivir la vida con intención y plenitud. Identificando y conectándonos con lo que amamos y deseamos. «La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino solo por la falta de significado y propósito». Viktor Frankl.