El colapso de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica no ha sido más que la conjugación de un rosario de factores y conspiraciones que se fueron entrelazando para provocar el cortocircuito que ahora tiene al subsector eléctrico prácticamente electrocutado.

Y sin duda que una de las más grandes y desleales conspiraciones contra los sagrados intereses del pueblo hondureño, reflejo además del saqueo endémico que arruina las economías de los países y que hipoteca a las presentes y futuras generaciones, han sido los contratos y convenios suscritos en todos los gobiernos, los que resultaron en chuecos y pésimos arreglos para el país, pero en oprobiosos y jugosos negocios para funcionarios de turno, y claro, para generadores privados.

VEA: De contratos leoninos y otras mañosadas

La historia de nunca acabar en Honduras. Apenas la semana anterior, el diputado liberal, Mauricio Villeda Bermúdez, denunció la aprobación en el Congreso Nacional de una serie de contratos energéticos que había dejado por firmar y aprobar el gobierno anterior, y que en un “santiamen” y a altas horas de la noche, pasaron “lisos” en la cámara, y sólo con el respaldo de 65 congresistas.

Las mismas mañas y “mañosadas” que los que ahora están en el poder denunciaban acérrimamente cuando estaban en la oposición, reseñaba en esta casa de radio el parlamentario liberal. Y los aprobaron sin la cláusula anticorrupción y sin ser revisados, antes de la apurada y sospechosa aprobación, por las bancadas de todos los partidos, denunció también el congresista.

Miren. Los contratos energéticos a través de la historia del país, han terminado siendo en su generalidad, robos groseros al estado a través de acuerdos que favorecen a la parte contratada, pero que también le deja al contratante, como ha sucedido casi siempre, una buenísima tajada del redondo negocio.

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La quiebra de la ENEE se explica en gran medida a ese indetenible saqueo en que se convirtieron los contratos y acuerdos negociados en condiciones desfavorables para el país, con las plantas privadas de generación que aún estando apagadas, le garantizan a sus dueños, millonarios ingresos en detrimento del eficiente servicio al abonado, y obviamente, de las finanzas y riquezas de la nación.

Y eso es lo que parece seguir pasando a juicio del diputado liberal Mauricio Villeda Bermúdez. La “herencia maldita” que pareciera estar cayendo ahora sobre el nuevo gobierno. No podemos como sociedad olvidarnos que ha sido la adjudicación de contratos lo que prácticamente ha terminado de darle el tiro de gracia al subsector eléctrico; lo que ha hundido al país en profundas tinieblas operativas y financieras.

Convenios que otorgados sin licitación y a precios exageradamente altos, agravaron las asimetrías financieras porque sus cláusulas velan más por las utilidades de los proveedores y grupos empresariales nacionales y extranjeros que hicieron el negocio de sus vidas a costa de las pingues ganancias que le quedaron al estado de Honduras.

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Contratos que le causaron además graves distorsiones al mercado energético que no pudo expandirse a la libre competencia. Necesitamos liberarnos de esas cadenas contractuales que nos han amarrado a una carísima factura energética, que orilla a la gente a robar energía, que hace quebrar a micro y pequeños emprendimientos, y que nos tiene todos los días sumidos en un oscurantismo energético y económico. La denuncia del diputado liberal no puede quedar en “saco roto”.

Es que ya es inaceptable e inaguantable la corrupción endémica que ha arruinado esta economía y que ha hipotecado estas generaciones presentes y futuras y que las condena a vivir en la pobreza.