¿Ingobernabilidad? Si una percepción tenemos sobre cómo es llevada la administración del llamado Poder Popular es que la gobernabilidad está en riesgo, que existe una polarización ideológica y que todavía no sabemos el rumbo por el que es dirigido el país.

No es solo que la alianza entre los partidos Libre y Salvador de Honduras se rompió y que no hay muchas salidas para reconstruir un pacto que fue presentado a los hondureños para refundar Honduras, recomponer el orden de cosas y construir las bases del progreso en todos los órdenes.

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Estamos ante una falta de consenso en el Congreso Nacional. La correlación de fuerzas en el seno de ese Poder del Estado no es, por mucho, ni decente ni sana para la democracia. Sobreviven las prácticas detestables de las negociaciones a espaldas, la aprobación de iniciativas sin consensos y la introducción de propuestas con motivaciones revanchistas.

Y en el Poder Ejecutivo se antepone una crisis de gobernabilidad que hace que los hondureños perdamos la esperanza en un cambio para el bien de nuestro país.

Una de las situaciones más inverosímiles, es la incursión de los llamados Colectivos de Libre que han mantenido beligerancia desde el inicio del gobierno de la presidente Xiomara Castro y que han endurecido sus embates conforme han transcurrido los meses.

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Y decimos que es inconcebible que, a estos grupos que se han convertido en hordas, se les haya permitido avanzar tanto terreno al grado de casi usurpar el poder, en reclamo de su presunto derecho de ser integrados en la estructura gubernamental.

En algunas de esas jornadas de anarquía, exigen la destitución de funcionarios; en otras ocasiones, demandan el nombramiento de sus representantes en tal o cual entidad estatal y, en general, sus invasiones llevan como objetivo presionar para lograr una chamba en el Gobierno, un cometido al que ahora se les ha unido un grupo de activistas del Partido Salvador de Honduras esta semana.  

¿Qué directrices siguen? ¿No son sus acciones parte de una estrategia de la Coordinación de Libre para manejar a su manera la alianza en el poder?

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Ya lo han expuesto concienzudamente analistas locales, cuyos juicios de valor compartimos enteramente: Los grupos de reacción político-ideológica han formado un poder paralelo que sobrepasa la institucionalidad hondureña.

No se puede permitir que en nuestro país prevalezcan el caos, las persecuciones ni los enfrentamientos por la defensa de posiciones extremas que, al final, impiden la buena marcha de la gestión pública.

Así, los hondureños no vamos a ir a ningún destino, en tiempos de tribulación a causa de la desaceleración económica, desequilibrio fiscal, mayor pobreza, inseguridad jurídica, una lucha contra la corrupción y la impunidad que no termina de dar luces, y un pronunciado debilitamiento del Estado de derecho.

Hay que corregir el rumbo hacia la gobernabilidad, el respeto a la Ley y la buena administración del Estado.

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