El desvelo infantil es la consecuencia del desequilibrio de los cinco componentes que intervienen en la maduración del sueño de los niños, explicó a tunota el pediatra Luis Mazzoni.

También, detalló cada uno para poder ayudar a los padres que luchan con este padecimiento de sus hijos.

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El primer componente es el circadiano. Es el desconocimiento de la fisiología y evolución del sueño que favorece una descoordinación entre la hora seleccionada por los padres para que el niño se duerma y el ritmo biológico personal del niño.

Dicho ritmo biológico se establece a partir de los 5-6 meses de vida, con una hora circadiana individualizada para cada bebé.

Es por ello, que tiene poco sentido hablar de insomnio o problemas relacionados con la conciliación o mantenimiento del sueño en un bebé menor de 6 meses.

El componente homeostático se refiere a un mecanismo regulador del sueño que establece que: a más horas de vigilia previas al sueño (y con ello mayor acúmulo de adenosina), mayor es la presión de sueño y, por ello, menor la dificultad para iniciarlo.

Luz artificial

Asimismo, el componente ambiental tiene que ver con la presencia o ausencia de luz durante el día y la noche.

La concentración de melatonina aumenta durante la noche (oscuridad) y se reduce o se impide una concentración adecuada en el momento de ir a la cama en presencia de luz.

El porcentaje de supresión de la secreción de melatonina en presencia de luz nocturna en los niños es del 88,2%, significativamente mayor que en adultos (46,3%).

Esta diferencia es debida, en gran medida, por el tamaño relativo de la pupila y su capacidad de dilatación.

La luz artificial debe evitarse desde horas antes del momento de dormir habitualmente. Foto: Shutterstock.

Otros factores

De igual forma,el componente educativo radica en que el sueño forma parte de los hábitos de una vida saludable.

La educación sanitaria es básica, pues el establecimiento de rutinas del sueño se asocia a una mejor calidad de sueño.

Finalmente, el componente neuroendocrino, que tiene que ver con el establecimiento del ritmo circadiano del cortisol y la adquisición por parte del lactante de la habilidad de dormir toda la noche están íntimamente relacionados.

Esto es, la instauración del ritmo circadiano del cortisol se produce coincidiendo con la instauración del ritmo circadiano de vigilia-sueño.

“Hay, además, numerosos factores que influyen en el sueño infantil. Factores predisponentes: herencia genética, conductas durante la gestación, expectativas parentales… Sobre estos factores influyen factores precipitantes: ambiente familiar (relaciones fallidas de apego, familias desestructuradas, el estrés familiar…), higiene de sueño deficiente, pautas educativas negativas (actitud paterna demasiado permisiva o demasiado estricta, colecho reactivo, límites imprecisos)”, añadió Mazzoni.

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Consejos

A la vez, actúan otros factores perpetuantes: situaciones médicas, problemas de comportamiento, fármacos o drogas, niños con un tiempo cronobiológico tardío cuyos padres tienen unas expectativas poco realistas del momento de inicio de sueño).

Como todo en pediatría, los consejos varían de la edad del paciente, por ejemplo entre los seis meses y el año, el bebé idealmente ya no debería comer por la noche.

Si se despierta deberá calmarlo con caricias y frases cariñosas. Le puedes dar un objeto transicional: un muñeco, un peluche… algo que le haga compañía. Debe seguir con la rutina de antes de ir a dormir y dejar que se duerma solo.

Por otra parte, en niños mayor de 12 meses, el ambiente debe ser tranquilo, oscuro y la temperatura agradable en la habitación.

La hora de acostarse debe ser aproximadamente la misma y la de levantarse también. El exceso de líquidos favorece que se despierte por la noche, por lo que debe evitarse.

La actividad física intensa debe evitarse 1-2 horas antes de acostarse.

Evite también darle chocolate y/o refrescos con cafeína.

No lo dejes hacer las siestas demasiado largo.

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