Imagina que andas en alguna calle y de repente entre tanto caminar llegas a una zona con varios comercios, hay personas fuera de las tiendas que al verte pasar gritan "¡ey! ¡ey! hoy tenemos grandes descuentos, entre y véalos". Te empujan a botellas de incienso, ropa y hasta elementos decorativos para tu casa que probablemente no necesites. Los vendedores luchan por tu atención, y aunque te molesta el abordaje, no estás desinteresado en las cosas que te muestran.

Después de todo saliste a las calles por tu propia voluntad. Es posible que haya estado de camino a algún lugar, pero tropezar con tiendas no es necesariamente un obstáculo inconveniente, sino los que se te acercan queriendo lograr la venta.

Esta experiencia no es diferente a los que ocurre con tu tiempo en redes sociales, donde siempre hay alguien que busca lo más importante: tu atención. ¿Quiénes son? Los dueños de las plataformas sociales que quieren que te mantengas conectado. A esto se le llama la economía de la atención.

Los smartphones han cambiado la manera en que usamos nuestro tiempo libre. Tenemos una batalla casi personal con nuestro teléfono. Limitamos el número de horas que lo usamos, le quitamos el sonido, reducimos el brillo de la pantalla... Pero el celular parece tener un poder casi hipnótico sobre nosotros. Lo sé, ya intenté todo lo mencionado y no me resistí.

¿Por qué nos resulta tan difícil resistirnos a los encantos de las nuevas tecnologías?

Algunos empresarios pagan mucho dinero para mantener nuestra mente ocupada con aplicaciones y juegos. Lo hacen a través de elementos demasiado fuertes que nos hacen querer actuar de inmediato o perder la noción del tiempo: notificaciones push, scroll infinito, play automático del siguiente video y hasta nos dicen que si no vemos las cosas hoy, ya nunca lo podremos ver otra vez, ¿a qué me refiero? Historias de Instagram, WhatsApp, Facebook y Snapchat que se eliminan a las 24 horas.

Te cuento un poco más acá: