Una situación del destino provocó que German Espinal (Tegucigalpa, 1951) naciera en la Universidad Zamorano, en San Antonio de Oriente, Francisco Morazán. Su madre, una profesora de Nueva Armenia, de ese departamento, preveyó realizar su labor de parto en la capital de Honduras. German, sin embargo, no le dio chance.

Aunque creyó haber visto un futuro en la agronomía, años más tarde terminó convirtiéndose en Doctor en Ciencias Políticas.

"Empecé en el CURLA, pero acabé decantándome por las ciencias sociales", dice este académico y diplomático que se congratula de haber cultivado profundas amistades con Roberto Sosa y Alfredo Landaverde.

Un día antes de la muerte de Landaverde, ambos compartieron una plática en el café de un centro comercial capitalino. "Tengo los mejores recuerdos de él. Era un católico muy comprometido, a tal punto que él veía en el martirio un mérito", reseña. "Siempre decía 'German, si yo no hablo por Honduras, ¿quién lo hará?'", recuerda. A su amigo lo asesinaron, a balazos, el 7 de diciembre de 2011.

Fue dirigente estudiantil e integrante activo de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH). Durante esa época conoció de cerca al excanciller Roberto Palma Gálvez, quien influyó en su deseo de realizar una carrera diplomática. Y, para lograrlo, estudió ciencia política y relaciones internacionales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y en la Universidad de Georgetown.

Producto de los conocimientos que adquirió en sus estudios de posgrado en el extranjero, concursó y ganó una plaza en la Cancillería en 1984. "Ingresé al escalafón como director general de cooperación para el desarrollo y miembro del equipo asesor de política exterior. Luego fui ascendido a ministro y finalmente a embajador", indica. Llegó a ser jefe de misión diplomática en Suecia y embajador en Venezuela.

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También se desempeñó como director ejecutivo del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) y como director general de la desaparecida Dirección General de Migración y Extranjería. Allí, un escándalo de tráfico de personas revelado en 2008 hizo que dimitiera de su cargo. "Haber tomado una actitud firme ante ese ilícito provocó que se atentara contra mi vida dos veces", argumenta.

En la víspera de las elecciones generales del 28 de noviembre (28.11.2021), es el encargado de presidir la Unidad de Financiamiento, Transparencia, Fiscalización a Partidos Políticos y Candidatos, conocida como la Unidad de Política Limpia, una institución que, lejos de poseer facultades penalizadoras, tiene un carácter más "disuasivo y preventivo" según su criterio.

Pregunta: ¿Por qué se crea la Unidad de Política Limpia?

Respuesta: Se crea a raíz de las amenazas a la democracia y ante la necesidad de combatirlas. Se ha observado que las vías que debilitan la democracia, como el narcotráfico y el crimen organizado, han sido fuentes de financiamiento para muchos lideres políticos. En Honduras el poder ha sido capturado por estos grupos cuyas funciones, entre otras, han sido destinadas a comprar políticos, jueces, fiscales, militares y policías.

P: ¿Desde cuándo se financia ilícitamente a los políticos hondureños?

R: Siempre hubo denuncias fuertes al respecto. Desde la época del enclave bananero, el control político estaba corrompido, tanto así que desde las oficinas de las compañías bananeras se tomaban algunas de las decisiones del Estado.

P: ¿Tiene potestad la Unidad de Política Limpia para sacar a un candidato de la contienda electoral?

R: No, no es fácil. Existe mucha debilidad institucional. La Ley de Política Limpia, desde que se promulgó, quedó además con diversas limitaciones. Tampoco tenemos la proactividad de un Ministerio Público, no existe una tradición de persecución a quienes cometen delitos electorales. Creo que nuestra normativa requiere de un mayor acompañamiento por parte de los operadores de justicia.

German Espinal mientras atendía a En Primera Plana. Foto: César Reyes / TED BrandStudio

P: ¿Cómo se verifica si existe origen ilícito en el financiamiento de campañas políticas?

R: A través de monitoreo de medios, auditorías e informes financieros. Todos los candidatos están obligados abrir una cuenta bancaria, pues, solo mediante el sistema financiero, se logra conocer el rastro que deja el dinero.

P: ¿Y con el dinero que proviene del narcotráfico?

R: Es más complejo. Necesitaríamos, en ese sentido, un mayor apoyo por parte de los operadores de justicia y de las agencias internacionales que persiguen al narcotráfico y al crimen organizado.

P: ¿Se ha avanzado en transparencia?

R: Considero que sí. Era necesario crear este organismo, aunque durante mucho tiempo tendrá un carácter más disuasivo y preventivo que penalizador.

P: ¿Es usted una persona transparente?

R: Yo digo que sí, es mi versión, pero habrá que ver si la gente la cree. Aunque fíjese que, cuando salgo a la calle, hay personas que me saludan y me extienden sus muestras de respeto. Pero, no crea, también recibo insultos ja ja ja. Considero que no he sido perfecto, pero tengo la tranquilidad de saber que a nuestra casa solo han entrado ingresos producto de nuestro esfuerzo.

P: ¿Cuáles son sus expectativas de cara a las elecciones generales?

R: Bueno, vamos a unas elecciones complejas. Por un lado, tenemos a un Consejo Nacional Electoral (CNE) que con dificultad consolidó su legislación, con mejoras y vacíos. Por el otro, también se crea el Tribunal de Justicia Electoral (TJE), que no tiene su propia ley. Admiro mucho a las abogadas que están como comisionadas, también a Enrique Reina, pues trabajé con él en Cancillería y sé que es un buen abogado y diplomático, pero tienen esa dificultad.

P: Es un diplomático de carrera, ¿correcto?

R: Sí. Yo ingresé a la Cancillería por convocatoria. El coronel Roberto Palma Gálvez, entonces canciller, me recibió en su despacho y me atendió con una enorme amabilidad. Eso me marcó para toda la vida. Era inaudito pensar que un canciller pudiera recibir a un dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH) de esa forma.

Posteriormente, Palma Gálvez me invitó a participar en un concurso de la Cancillería y, aunque hubo dificultades en mi incorporación, por mi perfil, entré en 1984. Luego me fui a estudiar el posgrado, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y en la Universidad de Georgetown.

Cuando regresé, entré a la Cancillería como director general de cooperación para el desarrollo y como miembro del equipo asesor de política exterior. Luego fui ascendido a ministro consejero y finalmente a embajador. Fui jefe de misión diplomática en Suecia.

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P: Lo he visto en fotografías con Nicolás Maduro y Hugo Chávez.

R: Sí, recuerde que también fui embajador de Honduras ante la República Bolivariana de Venezuela.

P: ¿Cómo era Hugo Chávez?

R: Una persona muy elocuente, amigable y ejemplar. Era, esencialmente, un tipo con un interés muy fuerte por la cultura y la información. Un lector profundo, siempre preguntaba lo que desconocía. Recuerdo que en nuestra primera conversación, después de presentarle mis cartas credenciales, me dijo: "Mira que tenemos algo en común Zelaya (Manuel), tú y yo (…) que los tres somos hijos de profesores".

Yo le respondí que yo tenía una diferencia, pues mi madre fue discípula de Luis Beltrán Prieto Figueroa, un prestigiado pedagogo venezolano y fundador de lo que hoy es la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM). Chávez, entonces, me preguntó: "Bueno, ¿y qué hacía Prieto Figueroa en Honduras?"

Y le contesté: Forjó la generación de pedagogos más importantes de la época, en la década de 1950 el analfabetismo era del 90 por ciento y, por ello, se creó una escuela que formara a maestros de educación primaria y que profesionalizara a los que lo hacían de manera empírica.

German Espinal (d) junto al expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, durante su etapa como embajador ante ese país. En el fondo (i) se aprecia al expresidente de Honduras, Manuel Zelaya Rosales. Foto: Archivo de German Espinal

P: ¿Cuál fue su postura ante lo ocurrido el 28 de junio de 2009?

R: Como embajador me opuse rotundamente al golpe de Estado y me siento orgulloso de mi decisión. Posiblemente pude haberme acomodado, regresar acá y seguir una carrera diplomática, pero me pareció que era un error que le generaría un daño fuerte a Honduras. No me equivoqué.

P: ¿Dónde nació?

R: Mi madre es de Nueva Armenia, Francisco Morazán y, siendo maestra de educación primaria allá, planeó venir a hacer su labor de parto a Tegucigalpa. No lo logró y llegamos hasta la Escuela Agrícola Panamericana. Me tocó nacer en el "hospitalito" de esa institución educativa. Mi mamá se dedicó durante 48 años a la docencia. Ella amó su profesión y creo que fue esa proximidad con su vida de docente lo que me motivó a tener una apreciación de la cultura y de la educación.

P: ¿Y sus estudios?

R: Fíjese que yo comencé estudiando agronomía en el Centro Universitario Regional del Litoral Atlántico (CURLA), pero terminé decantándome por las ciencias sociales. Realicé una maestría en ciencia política y relaciones internacionales. Después obtuve un doctorado en ciencia política.

P: ¿Cómo fueron esos 'años mozos'?

R: Durante mi etapa estudiantil fui dirigente de la FEUH y eso me motivó a vincularme con las situaciones que vivía Centroamérica en esa época. Los movimientos estudiantes vibraban alrededor de las causas de transformación social de la región.

En la FEUH, específicamente, una de nuestras banderas de lucha fue ampliar la oportunidad de los jóvenes. Antes sólo podían ingresar a la universidad los egresados de bachillerato, era un privilegio de la clase media. Todos los demás quedaban excluidos. Finalmente se logró y se pasó de 3 mil a 12 mil estudiantes.

P: También dedicó su vida a la academia, ¿verdad?

R: Sí. Además de la política y la diplomacia, le dediqué años de mi vida a la academia. Soy profesor emérito y jubilado de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). También dicté clases en la Universidad Católica de Honduras (Unicah), así como en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y en universidades de Panamá y Venezuela. Esa faceta hizo que me vinculara e intentara darle respuesta racional y científica a los problemas de la vida y, asimismo, a los problemas sociales del país.

German Espinal, académico y diplomático hondureño. Actualmente es comisionado presidente de la Unidad de Política Limpia. Foto: César Reyes / TED BrandStudio

P: No me ha hablado de su familia.

R: Felizmente voy a cumplir los 48 años de matrimonio con mi esposa, una odontóloga especialista en ortodoncia. Tenemos una vida modesta, no hemos ambicionado acumular riquezas, sino más bien aspirar a una vida decente y digna.

P: ¿Cómo y dónde conoció a su esposa?

R: En la universidad. Para ella su carrera es su vida, ya se jubiló, pero fue jefa de servicios odontológicos en la Secretaría de Salud. También laboró en el Hospital Escuela Universitario. Sigue siendo un ejemplo para mí. Juntos hemos procreado a cuatro hijos, todos profesionalizados, aunque unos empleados y otros buscando trabajo. Uno de ellos vive en Suecia, le gustó y se mudó.

P: ¿Ya es abuelo?

R: Por supuesto. Tengo cinco nietos.

P: ¿Qué actividades desarrolla en su faceta privada?

R: Creo que tengo pendiente escribir un libro. Mi amigo Ramón Custodio siempre me ha dicho que lo escriba, que tengo muchas vivencias que contar. También, con mis nietos, salimos a plantar árboles los fines de semana. Disfruto mucho ese tiempo con ellos.

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P: ¿Es verdad que cuando se destapó el "Cubanazo" lo amenazaron de muerte?

R: Sí, dos veces, cuando fui director de la Dirección General de Migración y Extranjería. Tomé una actitud firme frente al tráfico de personas y eso me llevó a comprometer mi vida. Pero, vea, aquí estoy conversando con usted.

P: ¿Por qué renunció?

R: Dejé el cargo a disposición de las autoridades y me sometí a las correspondientes investigaciones. Por eso.

P: ¿Qué ocurrió en 2008?

R: Mire, acá hay gente de grupos privilegiados que se dedica al tráfico de personas. Eso se ha arrastrado desde hace muchos años. Se mueve mucho dinero. ¿No le extraña esa gran cantidad de haitianos que están transitando por el país? Se habla muy poco de la trata y del tráfico de seres humanos. Sin embargo, yo tomé una actitud firme en contra de eso y me enfrenté a situaciones complicadas.

Un escándalo dentro de la extinta Dirección General de Migración y Extranjería, en 2008, hizo que dejara su cargo como director general de esa institución. Foto: César Reyes / TED BrandStudio

P: Soy un profundo admirador de quien fuera su amigo, Alfredo Landaverde. Hábleme de él.

R: Con Alfredo cultivé una profunda amistad y creo que fui el único amigo que lo despidió. Casi todos los martes, a las 8 de la noche, nos reuníamos para platicar. Nos vimos un día antes de que lo mataran, en un café de Mall El Dorado, horas antes de su cobarde asesinato a las 10 de la mañana del día siguiente. El día que dio esa entrevista los pelos se me erizaron, pero no le dije nada. Por dentro sí sentí un profundo miedo a perderlo.

P: ¿Y cuando murió cómo lo asumió?

R: Sentí dolor en el alma, aunque a veces pienso que él sabía que su fin podía darse de esa forma. Alfredo era un católico muy comprometido, a tal punto que él veía en el martirio un mérito. Siempre decía "German, si yo no hablo por Honduras, ¿quién lo hará?" Guardo los mejores recuerdos de él.

P: ¿Qué implica luchar contra todos esos males que enfrenta Honduras?

R: No es fácil. Creo que el miedo da valor.

P: ¿Cómo fue su paso por el CNA?

R: En efecto, también fui el primer director ejecutivo que tuvo el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), en 2002, en donde trabajé bajo el liderazgo del cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga. Sentía mucha comodidad al trabajar con él, es una persona de una amplia cultura científica, religiosa y artística. Esa experiencia me dejó un buen recuerdo, pero también me llevó a poner en riesgo mi vida. Al cardenal también intentaron asesinarlo, con una bomba y con un ataque armado.

P: Se tiende a creer que la corrupción solo abarca a las instituciones del Estado, ¿es así?

R: La corrupción es el uso del poder para obtener un beneficio particular, por eso está relacionada con la función pública, por el evidente daño que le genera al desarrollo de un país. Sin embargo, el tango se baila entre dos personas, por lo que es altamente fuerte tanto en el sector público como en el privado.

P: ¿Por qué se vuelve tan complicado luchar contra ella?

R: Porque la corrupción es mayor que la capacidad del Estado para enfrentarla. La corrupción aplasta a la institucionalidad en Honduras.

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