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Volver al pasado por la Honduras que nos robaron

Sin historia no hay conocimiento, sin conocimiento se pierde la razón. Sin una razón tampoco hay civismo y si no hay civismo se pierde el verdadero sentido de ciudadanía


No puede un país aspirar a evolucionar y construir un mejor futuro si sus habitantes y líderes desconocen la profundidad de sus raíces y hechos trascendentales que marcaron sus orígenes.

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Los pueblos cuya historia se abandona al olvido están destinados a mantenerse estáticos, sin posibilidad de sustanciales cambios en lo social, político, económico, cultural o en cualquier área de relevancia individual o colectiva.

La vaga excusa de “eso fue ayer, hoy es diferente” o el fatal argumento “de qué me sirve algo que ocurrió hace 100 años o más” constituyen, entre otras similares, el camino perfecto al colapso social.

Sin historia no hay conocimiento, sin conocimiento se pierde la razón. Sin una razón tampoco hay civismo y si no hay civismo se pierde el verdadero sentido de ciudadanía.

Tras 201 años de vida independiente y con una autentica riqueza histórica y cultural en riesgo de extinción, el reto es mayúsculo para quienes desde la academia, las letras y en algunos casos, muy exiguos por cierto, desde los medios de comunicación, hemos abrazado la gigantesca tarea de hacer que la historia de Honduras recobre vida y lograr con creatividad y reflexión en valores, hacer que un hecho histórico sea relevante para una audiencia contemporánea.

Ha sido impactante para este servidor por ejemplo, en esta ardua labor de investigación, recuperación y documentación histórica, tener a la vista un magistral escrito de José Cecilio del Valle fechado el 9 de agosto de 1825, en donde el prócer hace una magnífica alocución de cómo visualizaba la Honduras de ese entonces y cómo la soñaba de cara al futuro y del que comparto algunos fragmentos.

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Calificaba Valle al Estado de Honduras como “uno de los principales de nuestra República de Centro América. Caracteres grandes lo distinguen de los otros Estados. La naturaleza parece destinarlo a ser uno de los más ricos y poderosos entre todos los del nuevo mundo" y seguía: "Se extiende majestuosamente desde uno a otro océano.

Abraza un espacio vasto de tierra mayor que el de diversos reinos de Europa. Tiene puertos al norte y al sur y los que tiene en las costas del Atlántico, son los principales de las importaciones y exportaciones de la nación".

De manera sorprendente el sabio Valle, calificado así por su amplia formación y conocimiento adelantado a su época, exponía de Honduras: "Es el que abunda más en minerales de oro, plata, hierro, cobre, etc. Sus minas han sostenido las casas de moneda de esta capital (Guatemala)”, mientras en otro fragmento afirmaba: “Ningún Estado ve correr en su territorio tantos ríos navegables de curso tan largos, de madre muy ancha y volumen de agua muy considerable.

Regadas por ellos sus tierras son fecundas de producción de todo género. Las primeras granas que se cosecharon antiguamente en esta nación fueron fruto de la agricultura. La vegetación de sus costas es vigorosa y colosal. Su ganado vacuno y caballar abunda en sus haciendas".

Confieso que al leer tan espectacular panorama para la nación en esa época, mi pregunta inmediata fue ¿Quién nos robó la Honduras que Valle conoció y describió con amplitud? Y quizás una más directa: ¿En qué momento de la historia nos perdimos y dejamos que nos arrebataran la nación próspera e influyente que pudimos tener?

Valle termina su discurso destacando la grandeza de los hondureños de su época, contando que: “Los talentos de sus hijos han sido distinguidos en el colegio y universidades de esta corte. Deseo que Honduras, en donde tuve el honor de nacer, sea el Estado primero por su ilustración y riqueza. Es preciso formar hombres capaces de servir dignamente a los empleos".

Es en esta última parte donde quiero poner énfasis a lo planteado al inicio de este artículo. Sin historia el país está destinado a seguir fracasando en sus anhelos de una mejor condición de vida para sus hijos, porque son los hechos que marcaron sus inicios y la visión de sus pioneros la que puede convertirse en el impulso para cambiar su rostro de pobreza y caos social. Si Valle viviera hoy seguramente querría volver al pasado.

Además: Gestión por resultados en un Estado eficiente

Si bien la responsabilidad de recuperar la Honduras que nos robaron es de todos, hay una asignación especial a la juventud que es la llamada a convertirse en generación de cambio.

Esa juventud a la que Álvaro Contreras hacía referencia en su discurso pronunciado el 15 de marzo de 1882 en El Salvador ante el monumento erigido en memoria del máximo líder de la unidad centroamericana, Francisco Morazán: “Juventud, a quien el prócer encomendó la coronación de sus esfuerzos malogrados.

Apercíbete a desarrollar con valentía los gérmenes de nuestras creaciones y de vida nueva que llevas en tu alma, porque la sombra de Morazán está inquieta hasta que un espíritu de los tuyos vuelva, como la paloma de Noé, llevándole el mensaje de la resurrección de la patria".


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