El mundo entero sufre un remesón por la actual pandemia que afecta la salud y la economía de todos los países, pero como si esto fuera poco la Organización Meteorológica Mundial (OMM) reporta que la Antártida está registrando el agujero más grande y profundo de los últimos años en la capa de ozono, con un máximo en estos primeros días de octubre de 24 millones de kilómetros cuadrados.

Mientras eso ocurre en el hemisferio sur, en el otro extremo de la Tierra el hemisferio norte, Italia y Francia reportan lluvias históricas, en dos días llovió lo que correspondía a 3 meses, generando inundaciones y deslizamientos sin precedentes que se han robado la vida de decenas de personas y han arrasado con infraestructura. Los incendios en la amazonia y algunos estados de Norteamérica nos dejan con menos superficie forestal y los principales pulmones del planeta se pierden de forma acelerada. Centroamérica vive también su viacrucis; el istmo entrega miles de muertos por el covid-19, desplazados climáticos y la pobreza se agudiza producto de las duras consecuencias del cambio climático.

Frente a los ojos de todo el mundo los huracanes reclaman su protagonismo y estamos presenciando, y viviendo, los efectos de una histórica temporada de huracanes en el Atlántico: tan activa que la lista oficial de nombres de tormentas de nuestro abecedario se quedó corta y tuvimos que recurrir por segunda vez en toda la historia al alfabeto griego. Los ciclones tropicales del 2020 ya han cobrado la vida de muchas personas, destrucción de la infraestructura y la pérdida de los servicios básicos.

Vemos y sentimos, pero no reaccionamos

Pero todo lo anterior no parece ser suficiente para convencer al mismo ser humano de la autodestrucción de su especie, sabemos que el calentamiento global está produciendo estos fenómenos extremos y el colapso de nuestros medios de vida. Sabemos que la quema de combustibles fósiles y las emisiones que se envían a la atmósfera son las responsables de este sobre calentamiento y no frenamos las mismas, al contrario, cada año estamos acumulando más gases de efecto invernadero (GEI) en nuestra atmósfera.

Un informe de la Fundación internacional Empresa y Clima de Barcelona, que fue presentado en las últimas horas en el acuario más grande de Europa (Oceanográfic de Valencia España), ha revelado datos públicos y privados oficiales, verificados y certificados  sobre las emisiones globales y hace comparativos de los años 2017 y 2018. El informe destaca que los gases provenientes del sector energético se han incrementado en 33,000 millones de toneladas lo que representa un incremento porcentual de un 1,3 mundial, asombra que de los primeros 5 países más contaminantes del mundo, Estados Unidos y Japón reportan leves disminuciones comparados al año anterior, sin embargo Estados Unidos al igual que China siguen liderando la lista de los países que más contaminan alcanzando entre ambos un 43 por ciento del pastel de emisiones, Rusia reporta un incremento de más de un 6 por ciento, Turquía en valores absolutos, es el país con mayores emisiones respecto del año anterior, mientras Reino Unido reporta el mayor descenso de emisiones de 2017 a 2018.

Todos tenemos una huella de carbono por la cual responder

Los siguientes datos nos deben llamar a la reflexión a todos ya que cada habitante de este planeta tiene su huella de carbono y debe responder por ello. El informe de la Fundación Empresa y Clima también muestra las emisiones de gases de efecto invernadero per cápita a nivel mundial, es decir, las emisiones que en un año una persona envía a la atmósfera subieron hasta las 4,36 toneladas, lógicamente hay regiones en donde sus habitantes emiten más y es el caso de la península arábica. Solo tomando como referencia los habitantes de Qatar, cada persona está emitiendo en un año 30,36 toneladas de dióxido de carbono (CO2).

Este informe nos quita la máscara detrás de la cual nos escondemos y nos deja al descubierto a todos. Una sociedad mundial llena de hipocresía en donde todos tienen la culpa menos yo, en donde otros tienen responsabilidad, pero yo no, en donde somos expertos para señalar a los demás pero nunca apuntamos hacia nosotros para juzgar las irresponsabilidades con nuestra casa común: el planeta Tierra. Le estamos robando a las presentes y futuras generaciones su derecho a un medio ambiente y entorno sano, la herencia es un planeta enfermo y lleno de obstáculos para asegurar la existencia misma de la especie humana. 

Recuerde que la educación sobre el cambio climático es la mejor arma para conocer y poder enfrentar este fenómeno. En esta temporada de pandemia, lluvias y ciclones, por favor cuídese mucho porque siempre lo quiero como lector y no como noticia y si nos vamos a ensuciar las manos que sea por la Tierra.    

Cesar Quintanilla, líder mundial de cambio climático, capacitado y certificado por el equipo científico de Climate Reality Proyect que dirige el premio nobel Albert AlGore.