Esta semana, los hondureños hemos sido testigos de terribles hechos y conductas por parte de políticos electos y delegados por los ciudadanos para legislar por el bien del país. No obstante, en la primera oportunidad de responder a esa delegación con respeto y civismo, lo han hecho de la peor forma.

En este contexto quiero invitarte a reflexionar sobre esta verdad en la que creo férreamente: “Los adultos somos libres para elegir nuestras respuestas y, a la vez, somos responsables de la mismas”. Este es uno de los postulados de la propuesta teórica de Viktor Frankl, uno de los más influyentes pensadores de la psicología moderna, fundador de la logoterapia y el análisis existencial.

Frankl fue un médico, neurólogo, psiquiatra y filósofo de ascendencia judía nacido en Viena, quien entre 1942 a 1945 fue prisionero en cuatro campos de concentración nazis.

Durante su tiempo como prisionero, víctima de todo tipo de abusos y privaciones, Frankl se aferró a un propósito para seguir viviendo, por lo que se dedicó a observar cómo los otros prisioneros asumían su situación y cómo respondían ante esta.

De esta experiencia surgió “la última de las libertades”, uno de sus postulados más importantes sobre lo que él consideraba como una “libertad que no podían quitarle”: la de decidir cómo responder a las circunstancias que experimentamos.

El postulado propone que los adultos pueden ser limitados de muchas formas, como le sucedía a él en su condición de prisionero. Pueden quitarles la libertad de moverse cuando y cómo quieran, la libertad de dormir o descansar cuando lo necesiten, la libertad de alimentarse o beber; limitarlos, en general, de muchas cosas y formas, pero siguen siendo libres de decidir qué actitud asumir y cómo responder ante todas estas situaciones.

Frankl decidió responder a todo esto con una actitud de aprendizaje, decidió que observaría y aprendería sobre la conducta humana y que sobreviviría para enseñar lo aprendido en las universidades. Y así lo hizo.

Como ya dije, creo férreamente en esta libertad de decidir mis respuestas, y lo encuentro en La Biblia como uno de los más hermosos dones de Dios dados al ser humano: ¡La libertad de decidir entre lo bueno y lo malo!

De modo que, ante lo que ocurre en el contexto político, te quiero retar con esta verdad:  tengamos la libertad de elegir nuestra actitud y nuestra respuesta, así como de asumir las consecuencias de nuestras elecciones sin excusarnos en la situación o en lo que otros hacen o dicen.

Honduras demanda de las mejores decisiones de sus buenos hijos para solventar sus desafíos. Foto: BCIE.

Hondureño, joven, viejo, político, empresario, estudiante, empleado, cualquiera que sea tu rol y situación, te recuerdo y te reto:

  • Puedes elegir hacer lo correcto aun cuando se te permita actuar con corrupción.
  • Puedes elegir amar a Honduras y seguir luchando por su desarrollo y democracia.
  • Puedes elegir ser respetuoso con las otras personas y sus ideas.
  • Puedes elegir el diálogo y rechazar la violencia.
  • Puedes elegir ser honesto, decir la verdad y cumplir tus compromisos.
  • Puedes elegir ser un profesional ético y actuar con rectitud.
  • Puedes elegir servir a tus conciudadanos y a tu país por encima de tus intereses de poder y beneficio.
  • Puedes construir la paz, manifestándote de forma respetuosa y civilizada.
  • Puedes denunciar lo incorrecto y corrupto, rechazando el soborno y las componendas.
  • Puedes ser valiente y ser diferente, rechazando lo vulgar e inmoral, aunque estas sean populares en tu entorno.

Ninguna excusa será valida: tenemos la libertad de decidir cómo responder ante un país que clama para que sus mejores hijos cambiemos el presente y el futuro de esta hermosa y noble tierra.

Puedes asumir la responsabilidad de ser un buen hondureño.