Esos cambios de etapa en etapa, son constantes y progresivos, a veces casi imperceptibles, cambia nuestra mente, cambia nuestro cuerpo, las personas que nos rodean, las ocupaciones y preocupaciones.

Pasamos de niños a jóvenes, de la casa al colegio, de la familia paterna a conformar nuestra propia familia, del campo de pelota o la cuadra de la vecindad a las oficinas de una empresa, a la planta de una fábrica; del trabajo a la jubilación, y así transcurre nuestra vida más o menos planeada, a veces improvisada, muchas veces rutinaria, con personas que nos acompañan a lo largo del camino, otras vienen y van, ya sea por su decisión o la nuestra.

Pero a veces el cambio en el paisaje de la vida, lo provoca un terremoto de gran magnitud, una terrible tormenta, un tsunami, y entonces la única opción que queda para continuar es reinventarnos, porque la opción de quedarnos a vivir en las ruinas, en el dolor y en la nostalgia, no es válida y no es justa para nosotros y para quienes nos aman.

Imagen de referencia: no subestimes el potencial que hay en ti y te permite vencer los obstáculos.

¿Cuál es tu terremoto o tu tormenta? ¿Te ha pasado uno de estos eventos o más bien todos uno tras otro? ¿Es acaso la pérdida de un ser amado?, ¿un diagnóstico médico?, ¿la perdida de tu estabilidad financiera?, ¿haberte enfrentado con la muerte?, ¿ser expulsado de tu territorio?, ¿de tu lugar…? En mi caso, la tormenta comenzó hace un poco más de un año, con un accidente de mi hija en que se lesiona terriblemente su rodilla.

Se sumaron  una cirugía, un largo y doloroso proceso de recuperación, a la vez, yo misma enfrentaba un problema de salud que me causaba intensos dolores y que casi inmovilizo mi brazo derecho, y finalmente la muerte de mi amado esposo hace 6 meses.

Si te ha pasado algo así, sabes que cualquiera de estas experiencias puede ser devastadora, golpean tan fuerte y cambian tanto nuestra realidad, que llegamos a sentir que ya no somos los mismos, nos sentimos perdidos, sin fuerza, y sin un mapa que nos diga que ruta tomar, pero aun en esta circunstancia, tienes la maravillosa oportunidad de reinventarte.

Foto: Ingrid Villela, meditando frente al mar. "Cuando creas que los problemas te ahogan, haz una pausa, observa a tu alrededor y te darás cuenta que hay un ser supremo que sin duda te ayudará a salir de la adversidad".

Reinventarnos es una capacidad que Dios puso en nosotros, de hecho, es una de sus promesas en varias porciones bíblicas; “las cosas viejas pasaron, he aquí yo hago cosas nuevas”, es su arcoíris después del diluvio, recordándonos que tiene un pacto con nosotros.

Reinventarnos es decidir por la felicidad, a pesar del dolor; es avanzar hacia el futuro, aunque hemos amado lo que quedo en el pasado y aunque en cada paso, aun las lágrimas corren por nuestras mejillas, es hacer acción y vida nuestro amor por quienes siguen a nuestro lado.

Reinventarnos no es olvidar, es más bien atesorar cada momento, retomar fuerzas, rediseñar sueños, honrar la memoria y el amor que recibimos y construir con lo aprendido nuevos y mejores paisajes y mejores tiempos, porque todo pasa con un propósito.

Por eso hoy decido retomar este espacio abriendo mi corazón, diciéndote que soy tan vulnerable como tú lo eres, y que reinventarme me es igual o más difícil que a ti, sin ánimo de sermonear ni sentar cátedra, sólo con la ilusión de que los aprendizajes que tanto me han costado pueden serte útiles, mientras avanzo para salir de dolor y del duelo, quiero compartir herramientas y formas de vivir con felicidad y con propósito, vivir amándonos a nosotros mismos para poder amar y servir a otras personas.

Jeremías 29:11

“ Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza”.