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Femicidios ¿cuántos más?

El Estado de Honduras sigue sin garantizar la seguridad y la vida a las mujeres, y a los hondureños en general. Los femicidios siguen en auge.


Hace dos años, bajo la custodia del Estado, en una celda policial, fue asesinada la joven Keyla Martínez a manos de un agente policial. Su crimen estremeció el país por las características y la narrativa oficial de querer ocultarlo bajo la hipótesis que se había “suicidado”.

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Los hechos salieron a luz y el autor ha sido llevado a los tribunales. Se hizo el juicio, pero aún se desconoce la sentencia.

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El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Honduras (OACNUDH) expresó su preocupación porque aún no se produce una sentencia con perspectiva de género que garantice los derechos de las víctimas, el acceso a la justicia y la reparación.

El crimen de Martínez ha sido denominado por las organizaciones feministas y de derechos humanos como un femicidio y un feminicidio.

¿Por qué femicidio? Porque es el asesinato intencional de una mujer por ser mujer, según la definición más sencilla al respecto. ¿Por qué feminicidio?, se considera como tal cuando el Estado no da garantías a las mujeres y no les crea condiciones de seguridad para sus vidas ya sea en la comunidad, en la casa, en los espacios de trabajo, de tránsito o de esparcimiento, definen las conocedoras del tema.

Keyla Martínez abarca ambos aspectos. Su asesinato fue intencional, se produjo bajo la custodia del Estado (una celda) y no se le garantizó la vida.

El Ministerio Público, en su acusación, tipificó la muerte de Martínez como un femicidio agravado, pero luego que la defensa del acusado interpusiera un recurso de apelación, el delito fue recalificado de femicidio agravado a homicidio agravado, en un afán por “amortiguar” la culpa del Estado.

El caso llegó a la Sala de lo Constitucional, adonde el Ministerio Público interpuso un recurso para hacer valer la recalificación inicial del delito, pero los magistrados de esa sala, por unanimidad, indicaron que el crimen de Martínez fue un homicidio agravado y no un femicidio agravado, como en apego establece el avance de la doctrina de derechos humanos.

La Sala Constitucional otorgó así un duro revés a la lucha de las mujeres y los derechos humanos por una justicia con perspectiva de género, como han sido otros de sus fallos, si de los derechos de las mujeres se trata.

Pero el Estado de Honduras sigue sin garantizar la seguridad y la vida a las mujeres, y a los hondureños en general. Los femicidios siguen en auge.

El último, el de un sujeto que mató a su pareja en Yoro, la enterró en el patio de su casa, luego la desenterró para incinerarla, y vender la historia que ella se había ido a Estados Unidos.

Hay una epidemia de violencia brutal hacia las mujeres y las respuestas siguen siendo tibias, la justicia lenta y de sabores amargos. ¿Cuántos femicidios más faltan para que haya justicia? Las muertes suman…

Además: Débil democracia camino a un régimen autoritario en Honduras


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